TXT: Miguel Robles
Mientras los gobiernos del mundo se empecinan en establecer leyes que restringen cada vez más la inmigración, las grandes ciudades siguen poblándose de habitantes de diferentes partes del planeta. Burlándose de todo ataque contra la libertad, ha llegado la hora de los “ciudadanos del mundo”.
La ultrajada Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 13 versa sobre el derecho que los individuos tenemos para movernos y vivir en donde deseemos, incluso en otro país. De hecho, la población mundial posee una movilidad con la que crea sus propios espacios. Existen distintas causas para explicar el flujo de población migrante, como la búsqueda de oportunidades en el mercado laboral y un hábitat ideal, todas con el ideal de mejorar la calidad de vida.
Es así como vemos pobladas las calles de la ciudad de México, no sólo de indígenas que buscan un mercado para vender sus artesanía, sino también de extranjeros que llegan y se quedan aquí ante la imposibilidad de proseguir su viaje a Estados Unidos, o por el puro gusto de la aventura.
Aún cuando en apariencia este proceso podría devenir en rechazo de las megaciudades a estos grupos porque representan una amenaza para su identidad y porque generan desempleo y sobrepoblación, en realidad hay interés para recibir a conglomerados de emprendedores que, dentro de la legalidad, pagan impuestos, están dentro del rango de edad productiva, aumentan cotizaciones de seguridad social y rejuvenecen a la población.
El american dream tiene mil caras
Uno de los casos más visibles a nivel mundial en conjuntar a un inmenso grupo multicultural es Estados Unidos. Ahí se encuentra la segunda ciudad más poblada del orbe, que ah sufrido muchos cambios en su proceso demográfico. En los últimos veinte años, la llegada de inmigrantes a Nueva York ha ocasionado una acelerada dinámica en la población, combinada con características principales: una alta densidad y, sobre todo, enorme diversidad de culturas extranjeras. Entre ellas sobresale la presencia de afroamericanos, puertorriqueños, italianos, irlandeses, dominicanos, chinos, filipinos y coreanos. Aún cuando son minoría –en una ciudad de 8 millones 168 mil 338 habitantes- han conseguido delimitar ciertas áreas (barrios) en donde sólo se circunscribe su cultura.
Como ejemplos tenemos el Chinatown, Harlem, Koreatown, Little Italy, Little Manila y Spanish Harlem. Los irlandeses también tienen su presencia fuerte en esa ciudad y de acuerdo con un estudio del Colegio de Trinidad, realizado en 2006, uno de cada 50 habitantes de Nueva York posee en sus genes herencias de aquel país. Adicionalmente, la ciudad alberga al mayor número de judíos en Estados unidos (un millón 750 mil).
La cultura de Nueva York es arquetípica en un país de inmigrantes. Tan solo el gobierno mantiene introductores para 180 lenguas y ha acuñado un término denominado meting pot. Este describe el proceso de asimilación, en el que una cultura homogénea pierde su propia identidad al integrar elementos de otras y produce una nueva, muy distinta de la original. Además, la influencia de extranjeros ha ocasionado gran diversidad gastronómica, en donde los judíos e italianos hicieron famosa a la ciudad, con sus bagels y pizzas. Ahí existen numerosos restaurantes delicatessen que sirven comida europea auténtica y ofrecen pastramis y magra de ternera en conserva, como favoritos de los neoyorkinos.
Los Ángeles es una ciudad que se cuece aparte y atraviesa por un vertiginoso crecimiento demográfico, con más de tres millones de habitantes –según un cálculo-, de los cuales un millón 512 mil 720 son originarios de otros países. El Aeropuerto Internacional de Los Ángeles es la principal entrada de inmigrantes a ese país. Por eso es la ciudad que alberga el mayor número de armenios, camboyanos, filipinos, guatemaltecos, húngaros, israelíes, coreanos, mexicanos, salvadoreños y vietnamitas fuera de sus respectivos territorios. Además, es hogar para la mayoría de iraníes y japoneses que viven en Estados Unidos. Personas nacidas en más de 140 países viven ahí y hablan unos 224 idiomas.
Enclaves como Chinatown, Historic Filipinotown, Koreatown, Little Armenia, Little Etiopía, Little Persia, Little Tokyo y Thai Town son testimonios del carácter políglota que posee esta ciudad y de su diversa única, en donde lo mismo llegan inmigrantes legales y el resultado es esa mezcla exótica de nacionalidades.
La madre patria y los hijos del micromundo
Existen muy pocas ciudades en el mundo donde el encuentro de culturas de culturas es tan evidente como en Barcelona. Es la segunda ciudad más larga en España y alberga 230 mil 942 inmigrantes, muchos de ellos provenientes de las antiguas colonias españolas de América Latina (Ecuador, Argentina y Colombia). Según el departamento de Estadística del Ayuntamiento de Barcelona, el mayor número de inmigrante proviene de Eduardo (31 mil 423), le sigue Perú (16 mil 115), enseguida Maruecos (15 mil 522), luego Colombia (14 mil 616) e Italia (14 mil 447). Este flujo migratorio ha hecho de ésta ciudad cosmopolita y sus barrios, como el Gótico, el Gracia, el Borne, Eixample y barcelonesa se ha convertido en una especie de micromundo. Ahí es fácil de encontrar ciudadanos de todo el planeta, sobre todo en las distintas tabernas que han florecido en años recientes.
Además, tan sólo en los distritos de Ciutat Vella y el Ensache pueden encontrarse gran diversidad de habitantes, y en esas dos zonas conviven 34 nacionalidades. No sólo en sus calles se ve tal variedad de razas reunidas, también en el Barca se proyecta ese multiculturismo: el equipo de fútbol está integrado por holandeses, brasileños, latinoamericanos, un mexicano y un camerunés.
¡Santos sushis con plátano macho!
De acuerdo con la publicación The World Factbook, de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), 60 por ciento de la población que vive en México es mestiza, 20 es amerindia y 19 por ciento, blanca. La mayoría con ascendencia española, aunque también existe un número predominante de las comunidades alemana, italiana, francesa portuguesa, británica, irlandesa, rusa, e incluso escandinava (particularmente en Nueva Escandinavia, Chihuahua). Además, el 1% restante de habitantes está compuesto por afroamexicanos, asiáticos, judíos y de Medio Oriente. El aspecto multicultural de este país está muy marcado, en especial la ciudad de México, a la que llegaron durante la Colonia, turcos y filipinos. Pero, por sentido común surge una pregunta: ¿qué hace la CIA midiendo a la población mexicana?
Resulta que la ubicación geográfica de México es clave para la integración de múltiples culturas: la vecindad con Estados Unidos y el hecho de que continuamente se encuentre jugueteando en la línea divisoria entre ser un país norteamericano o sudamericano. Así, poco a poco, comienza a ser notoria la presencia de comunidades extranjeras en la ciudad y, con esto, se han llegado a formar barrios en los que se agrupa cierto sector. El caso más notorio hasta ahora es el “barrio chino”, en el centro histórico de la capital de la república mexicana.
También se hace presente la comunidad judía, establecida la mayoría en la zona de Polanco. Y los latinoamericanos, que prefieren instalarse en la Condesa. En ese lugar vive una gran comunidad argentina, cuya cifra oficial se estima en 150 mil y, al parecer, ha encontrado ahí el sitio ideal para vivir.
Quizás la ruta para encontrar el carácter cosmopolita de México sea más fácil de lo que se piensa, y justo al momento de pararnos en la barra de algún restaurante de comida japonesa para ordenar un California roll con plátano macho y bañado de salsa de chipotle, veamos que México es ya un país en donde el multiculturalismo llegó para quedarse.
Fuente: Revista Open, mayo del 2006, pp. 64-65. Impreso en Hermosillo, Sonora. September 26, 2006.
El american dream tiene mil caras
Uno de los casos más visibles a nivel mundial en conjuntar a un inmenso grupo multicultural es Estados Unidos. Ahí se encuentra la segunda ciudad más poblada del orbe, que ah sufrido muchos cambios en su proceso demográfico. En los últimos veinte años, la llegada de inmigrantes a Nueva York ha ocasionado una acelerada dinámica en la población, combinada con características principales: una alta densidad y, sobre todo, enorme diversidad de culturas extranjeras. Entre ellas sobresale la presencia de afroamericanos, puertorriqueños, italianos, irlandeses, dominicanos, chinos, filipinos y coreanos. Aún cuando son minoría –en una ciudad de 8 millones 168 mil 338 habitantes- han conseguido delimitar ciertas áreas (barrios) en donde sólo se circunscribe su cultura.
Como ejemplos tenemos el Chinatown, Harlem, Koreatown, Little Italy, Little Manila y Spanish Harlem. Los irlandeses también tienen su presencia fuerte en esa ciudad y de acuerdo con un estudio del Colegio de Trinidad, realizado en 2006, uno de cada 50 habitantes de Nueva York posee en sus genes herencias de aquel país. Adicionalmente, la ciudad alberga al mayor número de judíos en Estados unidos (un millón 750 mil).
La cultura de Nueva York es arquetípica en un país de inmigrantes. Tan solo el gobierno mantiene introductores para 180 lenguas y ha acuñado un término denominado meting pot. Este describe el proceso de asimilación, en el que una cultura homogénea pierde su propia identidad al integrar elementos de otras y produce una nueva, muy distinta de la original. Además, la influencia de extranjeros ha ocasionado gran diversidad gastronómica, en donde los judíos e italianos hicieron famosa a la ciudad, con sus bagels y pizzas. Ahí existen numerosos restaurantes delicatessen que sirven comida europea auténtica y ofrecen pastramis y magra de ternera en conserva, como favoritos de los neoyorkinos.
Los Ángeles es una ciudad que se cuece aparte y atraviesa por un vertiginoso crecimiento demográfico, con más de tres millones de habitantes –según un cálculo-, de los cuales un millón 512 mil 720 son originarios de otros países. El Aeropuerto Internacional de Los Ángeles es la principal entrada de inmigrantes a ese país. Por eso es la ciudad que alberga el mayor número de armenios, camboyanos, filipinos, guatemaltecos, húngaros, israelíes, coreanos, mexicanos, salvadoreños y vietnamitas fuera de sus respectivos territorios. Además, es hogar para la mayoría de iraníes y japoneses que viven en Estados Unidos. Personas nacidas en más de 140 países viven ahí y hablan unos 224 idiomas.
Enclaves como Chinatown, Historic Filipinotown, Koreatown, Little Armenia, Little Etiopía, Little Persia, Little Tokyo y Thai Town son testimonios del carácter políglota que posee esta ciudad y de su diversa única, en donde lo mismo llegan inmigrantes legales y el resultado es esa mezcla exótica de nacionalidades.
La madre patria y los hijos del micromundo
Existen muy pocas ciudades en el mundo donde el encuentro de culturas de culturas es tan evidente como en Barcelona. Es la segunda ciudad más larga en España y alberga 230 mil 942 inmigrantes, muchos de ellos provenientes de las antiguas colonias españolas de América Latina (Ecuador, Argentina y Colombia). Según el departamento de Estadística del Ayuntamiento de Barcelona, el mayor número de inmigrante proviene de Eduardo (31 mil 423), le sigue Perú (16 mil 115), enseguida Maruecos (15 mil 522), luego Colombia (14 mil 616) e Italia (14 mil 447). Este flujo migratorio ha hecho de ésta ciudad cosmopolita y sus barrios, como el Gótico, el Gracia, el Borne, Eixample y barcelonesa se ha convertido en una especie de micromundo. Ahí es fácil de encontrar ciudadanos de todo el planeta, sobre todo en las distintas tabernas que han florecido en años recientes.
Además, tan sólo en los distritos de Ciutat Vella y el Ensache pueden encontrarse gran diversidad de habitantes, y en esas dos zonas conviven 34 nacionalidades. No sólo en sus calles se ve tal variedad de razas reunidas, también en el Barca se proyecta ese multiculturismo: el equipo de fútbol está integrado por holandeses, brasileños, latinoamericanos, un mexicano y un camerunés.
¡Santos sushis con plátano macho!
De acuerdo con la publicación The World Factbook, de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), 60 por ciento de la población que vive en México es mestiza, 20 es amerindia y 19 por ciento, blanca. La mayoría con ascendencia española, aunque también existe un número predominante de las comunidades alemana, italiana, francesa portuguesa, británica, irlandesa, rusa, e incluso escandinava (particularmente en Nueva Escandinavia, Chihuahua). Además, el 1% restante de habitantes está compuesto por afroamexicanos, asiáticos, judíos y de Medio Oriente. El aspecto multicultural de este país está muy marcado, en especial la ciudad de México, a la que llegaron durante la Colonia, turcos y filipinos. Pero, por sentido común surge una pregunta: ¿qué hace la CIA midiendo a la población mexicana?
Resulta que la ubicación geográfica de México es clave para la integración de múltiples culturas: la vecindad con Estados Unidos y el hecho de que continuamente se encuentre jugueteando en la línea divisoria entre ser un país norteamericano o sudamericano. Así, poco a poco, comienza a ser notoria la presencia de comunidades extranjeras en la ciudad y, con esto, se han llegado a formar barrios en los que se agrupa cierto sector. El caso más notorio hasta ahora es el “barrio chino”, en el centro histórico de la capital de la república mexicana.
También se hace presente la comunidad judía, establecida la mayoría en la zona de Polanco. Y los latinoamericanos, que prefieren instalarse en la Condesa. En ese lugar vive una gran comunidad argentina, cuya cifra oficial se estima en 150 mil y, al parecer, ha encontrado ahí el sitio ideal para vivir.
Quizás la ruta para encontrar el carácter cosmopolita de México sea más fácil de lo que se piensa, y justo al momento de pararnos en la barra de algún restaurante de comida japonesa para ordenar un California roll con plátano macho y bañado de salsa de chipotle, veamos que México es ya un país en donde el multiculturalismo llegó para quedarse.
Fuente: Revista Open, mayo del 2006, pp. 64-65. Impreso en Hermosillo, Sonora. September 26, 2006.
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