Friday, August 14, 2009

El impacto de la imagen publicitaria en la sociedad a través de la televisión




Por Eduardo Marcos

Aunque se pudiera pensar que “imagen” es un término fácil de definir, en realidad puede resultar complejo al momento de llevarlo a la práctica, si tomamos en cuenta la perspectiva teórica de las llamadas Ciencias Sociales, las cuales manejan varias definiciones e interpretaciones, entre ellas la historia, la antropología, la sociología, la comunicación, etc. Esto fue una de las ideas que se debatieron cuando llevé un taller optativo durante mi estancia académica en El Colegio de Sonora, cuando cursaba la Maestría.

Aprendí que cada una de estas ciencias, tiene una concepción propia del significado de “imagen”, de la forma de cómo trabajarla y adecuarla a su campo de estudio, según el debate que se dio entre varios compañeros. Pareciera fácil creer también que una imagen puede ser una fotografía, pintura, símbolo, que en muchas ocasiones su contenido o mensaje puede ser confundido o interpretado su significado al momento de discutirlo.

Durante dos últimas décadas, la sociedad actual ha experimentado un avanzado desarrollo tecnológico, que se ha traducido en la creación de íconos comunicativos como es la “imagen publicitaria”, la cual ha tenido un gran impacto social y económico en nuestra vida cotidiana. Esto se aprecia mejor a través de varios canales visuales que todos los días apreciamos, por ejemplo cuando vamos a nuestros centros de trabajo, como son los espectaculares que anuncian una gran variedad de productos y servicios (unos benéficos y otros no tanto) en aras de atrapar la atención del consumidor, sin ningún límite.

Cada imagen publicitaria que trata de vender un servicio o producto, intenta llamar nuestra atención desde el primer instante, ya sea con la aplicación de colores llamativos, luces o figuras (humanas u humanoides), que muchas veces no se puede esquivar. Por otro lado, la imagen publicitaria de un producto ha encontrado en la televisión (con sofisticados efectos especiales y tecnológicos), un canal masivo para llegar a todos los estratos sociales y ganar la voluntad del consumidor, amén del uso de una buena mercadotecnia. De ahí que se logre despertad el deseo personal por adquirir un novedoso producto sin tener la necesidad de usarlo, solo por la curiosidad de descubrir sus “efectos maravillosos”. Y esto se nota cada vez más, ya que la televisión es el principal vínculo entre “el que quiere vender” y “el que quiere comprar”, convirtiéndose el hombre en un ser consumista inagotable para los empresarios.

Vale la pena agregar que la imagen publicitaria cada vez “come” más tiempo en los principales programas de entretenimiento televisivos; y que en ocasiones promueve productos nocivos para la salud, lo que en muchas ocasiones influyen para que las personas adopten un estilo de vida determinado. Por ejemplo, hace unos tres años la cervecería del “botecito rojo” promovió de manera no positiva la identidad del sonorense la cual estaba ligada al consumo de esta cerveza, como un distintito propio frente a los foráneos (como los “guachos”), como si el alcohol fuese algo mágico y benéfico para las relaciones sociales y la salud misma. Esto se ha traducido para que muchas personas por sentirse “más sonorenses” consuman grandes cantidades de este producto los fines de semana, quizás para refirmar una identidad mal encauzada.

También están los casos de los numerosos productos (medicamentos) y servicios (cirugías) que se promocionan en televisión que “sirven” para adelgazar, teniendo como mercado potencial aquellas personas que padecen sobrepeso o que sufren una baja autoestima por su estado físico, debido que no cuentan con una figura esbelta y que en este contexto actual se ha llegado a acuñar el siguiente spot: “un cuerpo esbelto, es un cuerpo sano”, aunque en ocasiones esas personas expongan su salud y vida, en aras de querer ser “iguales” a ese patrón físico (esbeltez) que impera.

Otro ejemplo son con las mujeres, que representa otro mercado potencial (principalmente las jóvenes entre los 15 y 30 años de edad) para la venta de una gran variedad de productos como ropa, cosméticos, calzado, accesorios, joyas, etc. dando a entender que la imagen de “una mujer bien arreglada” es más fácil que llame la atención o impacte a los demás. Y sabiendo esta situación, los empresarios obtendrán altas ganancias porque difícilmente la mayoría de éstas mujeres no van a resistirse en comprar aquel producto o servicio de moda, aunque no sea una necesidad primaria, sino para satisfacer en muchos casos un “ego superficial” o proyectar un mejor status social.

Ante el impacto de la imagen publicitaria, parece difícil escapar de no verla a través de la televisión o por otros medios. Parece que somos víctimas fáciles de un “consumismo masivo” que no tiene límite ni final, que en muchas ocasiones sin necesitarlo, llegamos a comprar un producto o servicio que esté de moda solo para satisfacer un deseo que despierta nuestros sentidos, que va más allá de una necesidad básica, como es el comer, dormir o respirar.

1 comment:

  1. Anonymous11:46 AM

    ¿Por qué tanta crítica al consumismo? Recuerden: ¡Treinta pares de zapatos que uno compra le da trabajo a un chinito para vivir durante medio segundo!

    ¡Suerte y Éxitos!

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