Por Eduardo Marcos
Históricamente Sonora es una de las pocas entidades del Norte del país que puede presumir que cuenta con una amplia variedad de grupos indígenas, con siete en total. El más importante y numeroso de todos son los Yaquis, que se ubican en el sur de la entidad, principalmente en los municipios de Cajeme y Guaymas; los Mayos, también al Sur, en los municipios de Navojoa y Etchojoa; los Seris, tiene como hábitat natural la zona costera, central y desértica del estado, abarcan los municipios de Hermosillo y Pitiquito.
También están los Pimas, los cuales se asientan en la zona de la Sierra Madre Occidental, en comunidades rurales del municipio de Yécora (en los límites con Chihuahua); los Guarijíos, en la región sureste de Sonora (municipios de Álamos y El Quiriego); los Pápagos, en la zona desértica fronteriza con Arizona; los Cucapás, también en la región desértica que comprende la delta del Río Colorado. Sin embargo, se debe mencionar que también existió otro grupo indígena ya desaparecido, los Ópatas que se le localizaban en la sierra alta sonorense. Su desaparición se dio por la aculturalización pacífica de su población con los colonos españoles, principalmente en los siglos XVII y XVIII. Hoy solo quedan algunos cuantos.[1]
Sin embargo, desde mucho tiempo antes de la llegada de los conquistadores españoles al territorio que hoy comprende Sonora, existieron culturas prehispánicas; es decir, antes del inicio del siglo XVI. Como una de las más numerosas en aquella época fue la de los Pimas, que a su vez se subdividían en “Altos” y “Bajos”: los primeros habitaban la actual región Noroeste del estado (desierto de Altar) y los segundos la región centro y oeste hasta la Sierra Madre Occidental. Estaban también la de los Seris que desde siempre han habitado la costa central del Golfo de California, incluyendo la isla del Tiburón.
Otra cultura que también fue numerosa fue la de los Ópatas, quienes abarcaban un amplio territorio de la sierra alta sonorense (Noreste) y como se vio antes, ésta se asimiló con la población española. Los Cahítas constituían otra cultura prehispánica, que ocupaba la parte sur del estado y que más tarde fueron “divididos” por los españoles como Yaquis y Mayos al pisar su territorio y enfrentarlos. Otras culturas prehispánicas identificadas, pero de menor importancia fueron los Eudeves y Jovas, de los cuales ya no existe población[2].
En este caso, voy a resaltar a los Seris, uno de los siete pueblos indios vigentes en Sonora, que es considerado sui generis por varias características. A diferencia de los demás, ellos se caracterizan por tener como hábitat el desierto y el mar, espacio en el cual han vivido a la llegada de los españoles a la actual costa de Hermosillo a finales del siglo XVII. Fueron considerados como un grupo de bandas de recolectores, cazadores y pescadores, que se adaptaron a las difíciles condiciones ecológicas, físicas y climáticas del desierto, y quizás estas condiciones hayan forjado en ellos un carácter fuerte, indomable y tenaz para resistir los embates de control o exterminio por parte de los españoles, y después de los mexicanos. Desde tiempos inmemoriales, siempre han habitado la costa central desértica, en especial la isla del Tiburón a la que consideran como suya. Se tiene como hipótesis que llegaron a la costa del golfo de California procedentes de la península de Baja California, en balsas hechas de carrizo, quizás antes del año 800 A.C
Otra característica que los hace diferentes, es que su tronco lingüístico no pertenece al uto-azteca, sino que se desprende de una rama del hokano (parecida a la lengua que hablan los Yumas de Arizona), lo que hace difícil su compatibilidad con el idioma español. Al igual que el resto de las etnias sonorenses, el término “Seri” no es propio de ellos sino que les fue impuesto por los españoles. Su nombre natural es Conca´ac. Sin embargo, en una revisión bibliográfica que realicé hace unos años para este tema, encontré una amplia variedad de términos con los cuales también se les conocen: Kunkaak, Kunkak, Congcac, Comcas y Comcáac.
Otra de sus actuales características, es su nomadismo, por lo que no estuvieron sujetos a una organización social jerarquizada como otros pueblos indios; más bien, se agruparon en bandas o clanes (familias) que se desplazan ya sea a la Isla del Tiburón o al actual desemboque, dependiendo de sus necesidades y de temporada. Por lo anterior, se puede deducir de lo que se conoce de los Seris en la etapa prehistórica, es que su estilo de vida no ha sufrido grandes cambios sociales y culturales, pues siempre han sido cazadores recolectores entre el desierto y el mar, y que el tipo de tecnología que usaban en ese entonces era adecuado, tanto para desplazarse en el mar (balsas) como en la caza (utensilios)[3].
Debido a las condiciones de su hábitat (desierto), y por ende la falta de agua, ellos nunca se dedicaron a la agricultura como principal actividad de autoconsumo, por lo que era poco lo que consumían de la tierra. Por lo tanto, su alimentación ha consistido en general por productos obtenidos del mar (peces, mariscos), animales típicos del desierto (réptiles, pequeños mamíferos), aves, y de algunas plantas y semillas. De acuerdo a la bibliografía consultada, el poco maíz que obtuvieron en el dominio español, fue producto del intercambio con otras etnias como los pimas u ópatas con productos suyos como sal y pieles de animales salvajes. Alejandro Figueroa agrega que al establecerse y consolidarse el sistema de misiones jesuíticas sobre éstos, llegó a existir un control de la producción agrícola, influyendo para que los Seris pierdan relaciones de intercambio con aquellos. Es lógico suponer que tampoco practicaron la ganadería como una actividad complementaria, pues no hubo control español en sus dominios.
Como ya ha quedado afirmado, el desierto y el mar constituyeron el hábitat de los seris, los cuales con el paso de los siglos fungieron como dos barreras naturales que les han impedido una interrelación con otros grupos humanos como los mismos españoles, otros indios y demás los mexicanos, no solo con fines comerciales, sino para evitar su dominio. Algunos autores que los han estudiado, aseguran que el clima que se siente en la costa desértica de Sonora entre julio y agosto (45 grados centígrados normalmente), es uno de los más inhóspitos de todo el continente. Además que su espacio carece de agua, tierras fértiles y de riqueza minera, ¿tuvo algún sentido para los españoles y después mexicanos hayan emprendido expediciones de colonización en su territorio? La respuesta es no, más bien el objetivo era exterminarlos por completo, más allá de un control (militar o religioso) como sucedió con los yaquis.
Lo anterior, también originó otra característica diferente a los de los pueblos indios locales: los Seris no practican en ningún grado festividades católicas, pues nunca recibieron la influencia del cristianismo de parte de los misioneros jesuitas como sucedió con los yaquis y mayos. Esto los hizo protestantes, y preservando su cosmogonía con respecto a la creación del mundo y de su propio origen como humanos. Esta peculiaridad los llevó a establecer mejores relaciones sociales, económicas y culturales con los estadounidenses en la década de los 70 cuando éstos arribaron a su hábitat con fines académicos, pues muchos de estos son protestantes. Además los Seris se han beneficiado mejor por la adquisición de dólares en compra-venta de sus artesanías típicas. El factor histórico-social fue otro punto a favor de los “gringos”, pues nunca aquellos sufrieron problemas, exterminio, abusos u olvido como fue de parte de los españoles y mexicanos después.
Por último, con este simple texto he pretendido dar una breve introducción sobre las principales características de los Seris, un grupo étnico sui generis no sólo con respecto a los demás de Sonora, sino también de todo el país. Y es que ellos también en cierta medida, se han aislado de las políticas de gobierno tanto del estado como de la federación. Algunos nacionales los consideran como un grupo de delincuentes que gozan de cierta autonomía con respecto a las leyes nacionales, porque dicen que en sus territorios han visto a algunos que trafican con armas prohibidas, drogas y vehículos extranjeros de dudosa importación. A mí esto no me consta, pero lo he escuchado y leído en medios de comunicación.
Históricamente Sonora es una de las pocas entidades del Norte del país que puede presumir que cuenta con una amplia variedad de grupos indígenas, con siete en total. El más importante y numeroso de todos son los Yaquis, que se ubican en el sur de la entidad, principalmente en los municipios de Cajeme y Guaymas; los Mayos, también al Sur, en los municipios de Navojoa y Etchojoa; los Seris, tiene como hábitat natural la zona costera, central y desértica del estado, abarcan los municipios de Hermosillo y Pitiquito.
También están los Pimas, los cuales se asientan en la zona de la Sierra Madre Occidental, en comunidades rurales del municipio de Yécora (en los límites con Chihuahua); los Guarijíos, en la región sureste de Sonora (municipios de Álamos y El Quiriego); los Pápagos, en la zona desértica fronteriza con Arizona; los Cucapás, también en la región desértica que comprende la delta del Río Colorado. Sin embargo, se debe mencionar que también existió otro grupo indígena ya desaparecido, los Ópatas que se le localizaban en la sierra alta sonorense. Su desaparición se dio por la aculturalización pacífica de su población con los colonos españoles, principalmente en los siglos XVII y XVIII. Hoy solo quedan algunos cuantos.[1]
Sin embargo, desde mucho tiempo antes de la llegada de los conquistadores españoles al territorio que hoy comprende Sonora, existieron culturas prehispánicas; es decir, antes del inicio del siglo XVI. Como una de las más numerosas en aquella época fue la de los Pimas, que a su vez se subdividían en “Altos” y “Bajos”: los primeros habitaban la actual región Noroeste del estado (desierto de Altar) y los segundos la región centro y oeste hasta la Sierra Madre Occidental. Estaban también la de los Seris que desde siempre han habitado la costa central del Golfo de California, incluyendo la isla del Tiburón.
Otra cultura que también fue numerosa fue la de los Ópatas, quienes abarcaban un amplio territorio de la sierra alta sonorense (Noreste) y como se vio antes, ésta se asimiló con la población española. Los Cahítas constituían otra cultura prehispánica, que ocupaba la parte sur del estado y que más tarde fueron “divididos” por los españoles como Yaquis y Mayos al pisar su territorio y enfrentarlos. Otras culturas prehispánicas identificadas, pero de menor importancia fueron los Eudeves y Jovas, de los cuales ya no existe población[2].
En este caso, voy a resaltar a los Seris, uno de los siete pueblos indios vigentes en Sonora, que es considerado sui generis por varias características. A diferencia de los demás, ellos se caracterizan por tener como hábitat el desierto y el mar, espacio en el cual han vivido a la llegada de los españoles a la actual costa de Hermosillo a finales del siglo XVII. Fueron considerados como un grupo de bandas de recolectores, cazadores y pescadores, que se adaptaron a las difíciles condiciones ecológicas, físicas y climáticas del desierto, y quizás estas condiciones hayan forjado en ellos un carácter fuerte, indomable y tenaz para resistir los embates de control o exterminio por parte de los españoles, y después de los mexicanos. Desde tiempos inmemoriales, siempre han habitado la costa central desértica, en especial la isla del Tiburón a la que consideran como suya. Se tiene como hipótesis que llegaron a la costa del golfo de California procedentes de la península de Baja California, en balsas hechas de carrizo, quizás antes del año 800 A.C
Otra característica que los hace diferentes, es que su tronco lingüístico no pertenece al uto-azteca, sino que se desprende de una rama del hokano (parecida a la lengua que hablan los Yumas de Arizona), lo que hace difícil su compatibilidad con el idioma español. Al igual que el resto de las etnias sonorenses, el término “Seri” no es propio de ellos sino que les fue impuesto por los españoles. Su nombre natural es Conca´ac. Sin embargo, en una revisión bibliográfica que realicé hace unos años para este tema, encontré una amplia variedad de términos con los cuales también se les conocen: Kunkaak, Kunkak, Congcac, Comcas y Comcáac.
Otra de sus actuales características, es su nomadismo, por lo que no estuvieron sujetos a una organización social jerarquizada como otros pueblos indios; más bien, se agruparon en bandas o clanes (familias) que se desplazan ya sea a la Isla del Tiburón o al actual desemboque, dependiendo de sus necesidades y de temporada. Por lo anterior, se puede deducir de lo que se conoce de los Seris en la etapa prehistórica, es que su estilo de vida no ha sufrido grandes cambios sociales y culturales, pues siempre han sido cazadores recolectores entre el desierto y el mar, y que el tipo de tecnología que usaban en ese entonces era adecuado, tanto para desplazarse en el mar (balsas) como en la caza (utensilios)[3].
Debido a las condiciones de su hábitat (desierto), y por ende la falta de agua, ellos nunca se dedicaron a la agricultura como principal actividad de autoconsumo, por lo que era poco lo que consumían de la tierra. Por lo tanto, su alimentación ha consistido en general por productos obtenidos del mar (peces, mariscos), animales típicos del desierto (réptiles, pequeños mamíferos), aves, y de algunas plantas y semillas. De acuerdo a la bibliografía consultada, el poco maíz que obtuvieron en el dominio español, fue producto del intercambio con otras etnias como los pimas u ópatas con productos suyos como sal y pieles de animales salvajes. Alejandro Figueroa agrega que al establecerse y consolidarse el sistema de misiones jesuíticas sobre éstos, llegó a existir un control de la producción agrícola, influyendo para que los Seris pierdan relaciones de intercambio con aquellos. Es lógico suponer que tampoco practicaron la ganadería como una actividad complementaria, pues no hubo control español en sus dominios.
Como ya ha quedado afirmado, el desierto y el mar constituyeron el hábitat de los seris, los cuales con el paso de los siglos fungieron como dos barreras naturales que les han impedido una interrelación con otros grupos humanos como los mismos españoles, otros indios y demás los mexicanos, no solo con fines comerciales, sino para evitar su dominio. Algunos autores que los han estudiado, aseguran que el clima que se siente en la costa desértica de Sonora entre julio y agosto (45 grados centígrados normalmente), es uno de los más inhóspitos de todo el continente. Además que su espacio carece de agua, tierras fértiles y de riqueza minera, ¿tuvo algún sentido para los españoles y después mexicanos hayan emprendido expediciones de colonización en su territorio? La respuesta es no, más bien el objetivo era exterminarlos por completo, más allá de un control (militar o religioso) como sucedió con los yaquis.
Lo anterior, también originó otra característica diferente a los de los pueblos indios locales: los Seris no practican en ningún grado festividades católicas, pues nunca recibieron la influencia del cristianismo de parte de los misioneros jesuitas como sucedió con los yaquis y mayos. Esto los hizo protestantes, y preservando su cosmogonía con respecto a la creación del mundo y de su propio origen como humanos. Esta peculiaridad los llevó a establecer mejores relaciones sociales, económicas y culturales con los estadounidenses en la década de los 70 cuando éstos arribaron a su hábitat con fines académicos, pues muchos de estos son protestantes. Además los Seris se han beneficiado mejor por la adquisición de dólares en compra-venta de sus artesanías típicas. El factor histórico-social fue otro punto a favor de los “gringos”, pues nunca aquellos sufrieron problemas, exterminio, abusos u olvido como fue de parte de los españoles y mexicanos después.
Por último, con este simple texto he pretendido dar una breve introducción sobre las principales características de los Seris, un grupo étnico sui generis no sólo con respecto a los demás de Sonora, sino también de todo el país. Y es que ellos también en cierta medida, se han aislado de las políticas de gobierno tanto del estado como de la federación. Algunos nacionales los consideran como un grupo de delincuentes que gozan de cierta autonomía con respecto a las leyes nacionales, porque dicen que en sus territorios han visto a algunos que trafican con armas prohibidas, drogas y vehículos extranjeros de dudosa importación. A mí esto no me consta, pero lo he escuchado y leído en medios de comunicación.
[1] Para ver más detalles específicos sobre éstos grupo indígenas, véase “Séptima parte. Las etnias originarias”, en Historia General de Sonora, tomo V, Historia contemporánea, 1929-1984, Gobierno del Estado de Sonora, México, D. F., 1997, pp. 271-311. Algunos antropólogos indigenistas, no consideran a los Cucapás como una etnia autóctona, al igual que el caso de los Kikapús por ser desplazados de sus hábitats originales, en Estados Unidos.
[2] Observación analítica y descriptiva del mapa de “grupos étnicos de Sonora, siglo XVI” de Elisa Villalpando, “Capítulo III. Cazadores-recolectores y agricultores del contacto”, segunda parte, en Historia General de Sonora, tomo I. Periodo prehistórico y prehispánico, Gobierno del Estado de Sonora, 1995, México, p. 268.
[3] Para mayor información sobre los Seris sobre este texto, véase Gastón Ávila Cano, en Temas sonorenses a través de los Simposios de Historia, Gobierno del Estado de Sonora, México, 1984, pp. 65-66; William J. McGee, Los Seris. Sonora, México, Instituto Nacional Indigenista, México, D. F., 1980; Elisa Villalpando, “Capítulo III. Cazadores-recolectores y agricultores del contacto”, segunda parte, en Historia General de Sonora, tomo I. Periodo prehistórico y prehispánico, Gobierno del Estado de Sonora, 1995, México, pp., 269-274.
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