Wednesday, September 15, 2010
El controvertido “Año del Bicentenario”. Mitos y verdades en torno a la independencia de México, 1810-1824
Por Eduardo Marcos
Introducción
Estamos en el mes de la patria: septiembre y ahora más que nunca se festeja por ser el famoso “año del Bicentenario", así que por eso esperaba comentar lo siguiente. Existen muchos mitos y verdades en cuanto a este evento histórico del "Bicentenario" de nuestro país, lo cual aprendí y vi la realidad cuando cursé la licenciatura en Historia hace ya varios años.... Para empezar el “año del Bicentenario" se debiera celebrar hasta el 27 de septiembre del año 2021, ¿Por qué? Porque en esta última fecha de 1821 se consumo la independencia política de México (anteriormente conocido como Nueva España) cuando el Ejército Trigarante hizo su entrada triunfal a la Ciudad de México, tras la firma de los Tratados de Córdoba entre el realista Agustín de Iturbide y el último virrey novohispano, Juan O´ Donojú.
Es extraño y curioso ver y escuchar que casi todos los medios de comunicación nacionales (periódico, radio y televisión) exalten que nosotros como mexicanos estemos cumpliendo 200 años de libertad cuando en 1810 no existía el gentilicio “mexicano” ni mucho menos una nación libre que nadie en su mente sabía que años más se llamaría “México”. En 1810 solo existía el gentilicio “novohispano” (habitante de la Nueva España) que incluía de preferencia a españoles peninsulares y criollos. Los indios, negros, mestizos y demás castas no gozaban de ese gentilicio.
Pero por designios de los gobiernos nacionales, la fecha patriota que se festeja cada año es el 16 de septiembre aun cuando no debiera ser así, sino el 27 de ese mismo mes. Esa es la famosa "Historia bronce" que se enseña e inculca a nuestros niños y jóvenes a nivel primaria, secundaria y preparatoria, la cual que gira en torno a héroes y caudillos, a los que cada año cuando llega su día se le deben rendir honores con flores y discursos frente a sus estatuas de bronce. La “historia de bronce” solo se basa en aprender y memorizar fechas de sucesos relevantes, personajes y lugares de batalla, sin analizar en lo más mínimo procesos sociales, económicos o políticos sobre un determinado evento del pasado. Es decir, la “historia de bronce” no analiza causas, efectos o consecuencias de los mismos, porque define que un hombre es el actor único y principal.
Afortunadamente en las universidades públicas y autónomas, la SEP o su homologa a nivel estatal ya no tienen injerencia en el contenido de los programas académicos para decidir que tipo de historia aprenderán los nuevos aspirantes a historiadores. Con gusto puedo decir que en mi caso particular que los académicos que tuve durante mi formación como historiador “recetaban” textos 100% académicos, analíticos y críticos hechos por historiadores profesionales tanto nacionales como extranjeros, ante lo cual quedé sorprendido de cómo era posible que estadounidenses y británicos conocieran mejor nuestra historia nacional. También me abrieron los ojos de que el “Pípila” es un personaje imaginario, de ciencia ficción que nunca existió, pero que fue inventado por los liberales para exaltar el inicio de la “lucha libertaria”.
Pero insisto, ¿por qué se festeja con tanto fervor el 16 y no el 27 de septiembre? Grosso modo puedo declarar porque es herencia histórica que impusieron los gobiernos liberales desde la segunda mitad del siglo XIX cuando se perpetuaron en el poder nacional al vencer a los conservadores. Los primeros no veían con buenos ojos celebrar el 27 (aunque hubo un breve tiempo que sí se celebró como fecha nacional) porque estaba ligado al grupo conservador y al régimen novohispano. Miguel Hidalgo y Costilla es alabado como el “Padre de la Patria” que en realidad debiera ser Agustín de Iturbide, quien fue el que decidió poner fin a esa “guerra civil” que enfrentó al ejército realista contra los insurgentes de Vicente Guerrero después del famoso “abrazo de Acatempan” en febrero de 1821.
En realidad Hidalgo nunca pretendió una independencia desligada de España, sino que fue una rebelión (aunque varios historiadores la consideran insurrección, revuelta o una revolución) criolla en contra del gobierno novohispano que estaba en manos de los peninsulares. Prueba de ello es que en su lema de batalla, Hidalgo resalta “Muera el mal gobierno. Viva Fernando VII”. Es más ni siquiera tenía en mente un proyecto de nación a diferencia de su lugarteniente José María Morelos y Pavón, por lo que sus ideales fueron opuestos.
Por eso considero quizá el tenga mayor mérito para ser considerado como “Padre de la Patria” sea Morelos y no Hidalgo por los breves antecedentes expuestos. Y digo Morelos porque el si tenía sangre india mientras Hidalgo era un criollo inconforme como otros muchos de su clase. Sin embargo la “historia oficial” ha condenado a Iturbide como uno de los villanos de este suceso histórico porque combatió contra de los insurgentes con determinación a los años posteriores a la caída y muerte de Hidalgo en 1811. Paradójicamente Iturbide fue quien decidió poner fin al movimiento independentista que estaba realizando Guerrero y que ya llevaba varios años. Se veía muy difícil que Guerrero hubiera podido derrotar a Iturbide y éste a su vez a los insurgentes, pero ambos decidieron pactar.
Los liberales que se consolidaron en el poder nacional después de la segunda mitad del siglo XIX, satanizaron a Iturbide (y más tarde fue fusilado de manera desventajosa como un traidor) porque él derrotó a Morelos, porque fue un criollo que aprovechó la coyuntura para obtener beneficios y porque instauró una monarquía (bajo influencia europea) que era lo opuesto al sistema de gobierno republicano al que aspiraban los liberales. Y por lo tanto hasta ahora Iturbide no ha sido reconocido su papel en la consumación de la independencia política de nuestro país. O quizá sea pertinente declarar que en nuestro país “¿la historia la escriben los vencedores?”
Y aunque no esté de acuerdo con lo del “Año del Bicentenario” y lo critique sólo por cuestiones historiográficas, puedo decir que me siento 100% mexicano-nacionalista con mucho orgullo, y que si algún día se me presentara la oportunidad de salvaguarda a mi patria con mucho gusto lo haría. Eso ni lo duden. En las siguientes líneas explayaré una serie de puntos relevantes (con aval académico de historiadores profesionales) sobre el controvertido proceso de independencia que experimentó nuestro país durante once años de lucha, que en un principio no fue un acto de libertad por parte de Hidalgo, sino una rebelión en busca beneficios personales. Por cuestiones técnicas no citaré las referencias bibliográficas de las que se ha nutrido mis disertaciones, pues fue información que fue leída, analizada y escrita con mis propias palabras. Al final y al cabo este es un texto de divulgación histórico-cultural.
Interpretaciones
Todo comenzó en 1808 cuando Napoleón I y su ejército invadieron a España. Este suceso desencadenó una serie de situaciones, entre ellas la abdicación del rey Fernando VII. En el virreinato de la Nueva España, este suceso generó intrigas, incertidumbre y lucha política entre españoles peninsulares y criollos en torno a las siguientes preguntas: ¿Quién debería gobernar la Nueva España ante la ausencia del rey?, ¿en donde recaería la soberanía?, ¿a quién debería obedecer el novohispano? Cada uno de estos grupos antagónicos proponía una serie de medidas para solucionar la situación.
Los peninsulares deseaban que todo permaneciera igual con el orden establecido por la Corona española, a pesar de la abdicación de Fernando VII. Estarían obligados a obedecer a cualquier gobierno que existiera en España, ya que sería la autoridad suprema que recaería en el virreinato novohispano. Tampoco en la sociedad deberían existir cambios, la cual sería manejada por la alta burocracia peninsular. Este grupo contaba con el respaldo de la Real Audiencia y recibían el firme apoyo de los funcionarios y de los grandes comerciantes monopólicos de origen europeo.
Los criollos por su parte, exigían tres acciones inmediatas: 1). Que la Nueva España fuera considerada como un reino mas de la Corona y un virreinato. 2). Ante la falta del monarca español, la soberanía debería recaer en el pueblo y 3). Que la Nueva España tuviera el derecho de convocar sus propias cortes. Los criollos (tanto de clases ricas como de las medias) contaban con el apoyo del Ayuntamiento de la Ciudad de México. Exigían una forma de autogobierno, más nunca pretendieron una revolución de independencia, porque a pesar de todo querían ser parte de la Corona española.
Melchor Talamantes, uno de los principales ideólogos de la autonomía criolla, propuso que se convocara un congreso para gobernar la Nueva España; los peninsulares no estaban de acuerdo con dicha propuesta porque era comparable a una traición en contra de las misma Corona. Los criollos pretendieron crear una Junta Criolla para gobernar en nombre del rey y pedían la posibilidad de lograr reformas políticas para beneficio de ellos mismos.
Por otro lado, la relación de unión que se dio entre los criollos inconformes y las clases bajas al inicio del movimiento insurgente en 1810 por el cura Miguel Hidalgo y Costilla fue de interés, aunque solo al principio. Las clases bajas (campesinos, peones, mineros, labradores) y de origen no español (mestizos, indios, negros y castas) fueron las más explotadas por los peninsulares y que fueron utilizados por los criollos como “carne de cañón” con el fin de lograr sus objetivos como el de imponer un nuevo sistema de gobierno y administración al querer ocupar los altos puestos civiles y militares que sólo los peninsulares gozaban. Esta relación se llevó por el convencimiento que los curas de las parroquias realizaron sobre las grandes masas explotadas. Por su parte, las clases explotadas respondieron al llamado como una gran oportunidad de tomar venganza en contra de sus opresores por las injusticias y abusos cometidos, lo que desató una guerra racial y social en contra de la población civil española.
Los movimientos armados de Hidalgo y de su lugarteniente José María Morelos y Pavón, presentaron diferencias fundamentales como las siguientes. El movimiento que convocó el cura la madrugada del 16 de septiembre de 1810 no fue con el fin de lograr la independencia política de la entonces Nueva España, más bien fue una rebelión por parte de los criollos en contra de los peninsulares. Prueba de ello es que en su lema de batalla Hidalgo rechaza al gobierno virreinal y alaba la figura de Fernando VII lo cual resulta paradójico entender. Además no contaba con un proyecto de nación independiente. Sus fuerzas armadas eran numerosas, pero carecían de orden y disciplina militar y armas adecuadas. Solo atacaban por lo general a la población civil española más por venganza racial que por ideal libertario. Su movimiento se desarrolló principalmente en la zona de El Bajío y de la Nueva Galicia (hoy el estado de Jalisco).
En cambio el movimiento encabezado por Morelos si fue radical ya que en su lema de batalla no empleó ninguna frase alusiva a favor del monarca español y deseaba la independencia absoluta de la Nueva España, desligada de cualquier monarquía europea. Sus fuerzas no eran numerosas como las de Hidalgo, pero sí contaba con disciplina militar y estaban equipadas que enfrentaban al ejército realista y no a la población civil. Morelos sí tenía en mente un proyecto de nación basado en el documento Sentimientos de la Nación de 1813 y había sido uno de los artífices de la Constitución de Apatzingán, la cual es considerada como la primera constitución de la actual nación mexicana. Sus campaña militar se desarrolló en el sur de la Nueva España, abarcando principalmente la zona de los hoy estados de Morelos y Guerrero.
En el movimiento rebelde de 1810, hubo un actor que tuvo una participación activa: el Clero, en especial el Alto, que intervino a favor de los insurgentes como una forma de contraaque en contra de la Corona española. El Alto Clero se vio afectado en sus intereses económicos y religiosos, así como la pérdida de su liderazgo en la sociedad colonial a través de medidas radicales de parte de la Corona, como las siguientes:
a). La expulsión, de manera injustificada, de la Orden de los Jesuitas en 1767 por el rey Carlos III.
b). La confiscación, desamortización y remate de varias de sus propiedades inmuebles como capellanías y obras pías. También sufrió el traspaso de su dinero al Tesoro Real mediante un Decreto de Consolidación (diciembre, 1804). También el Bajo Clero se vio afectado por estas medidas, pues muchos curas de pequeñas parroquias dependían de los recursos económicos del Alto.
c).- Las Cortes españolas pusieron fin a la Santa Inquisición y establecieron un firme control sobre la Iglesia.
d).- El control exclusivo sobre el cobro de diezmos, fue otro punto cuestionado por la Corona. Ante lo anterior, la participación del Clero en el movimiento de 1810 fue con el fin de de recuperar su liderazgo en la sociedad novohispana, la cual consideraba como su natural prerrogativa.
Como quedó expresado al inicio, 1821 fue el año que marcó la consumación de la independencia de la Nueva España (hoy México). Sin embargo varios estudiosos en este tema cuestionan si fue consumación o contradicción al movimiento encabezado por Morelos. Para mi punto de vista, yo considero que fue contradicción. Luego de once años de lucha, la Nueva España proclamó su independencia mediante los Tratados de Córdoba en los que tuvo que ver Agustín de Iturbide, pero sus términos fueron muy diferentes a los que propuso Morelos en Sentimientos de la Nación. El plan de Iguala, elaborado previamente, tampoco ejecutó ningún cambio social importante para la nueva sociedad. Más bien se trató de preservar los privilegios del Clero y del Ejército. Lo único que cambió fue el mando de gobierno en el que los criollos reemplazaron a los peninsulares en los altos cargos públicos.
También detecté diferencias entre Sentimientos de la Nación y el plan de Iguala con respecto a la consumación de la independencia. El primero dejaba en claro que la América Septentrional (hoy México) debería libre e independiente de toda monarquía europea (desligada de España); que el gobierno recaería en tres poderes: ejecutivo, judicial y legislativo; que los empleos serían en primer lugar para los nacidos en América. Por su parte el plan de Iguala señalaba que la nueva nación adoptaría una monarquía moderada en la cual el rey español tendría que ver, que por lo tanto no habría división de poderes y que los empleos serían para todos sus habitantes (incluyendo a peninsulares) sin importar el orden de preferencia.
Muy pronto, Agustín de Iturbide se autoproclamó emperador como Agustín I en 1822 para dar origen al primer imperio mexicano. Sin embargo este breve tipo de gobierno no duró mucho, debido a una serie de factores que jugaron en su contra: a).- el surgimiento de logias políticas e ideológicas como la “escocesa”, el principal grupo de oposición, b).- el papel que desempeñó el embajador de Estados Unidos en México, Joel Poinsett, quien promovió el establecimiento de una república federal en vez de una monarquía, c).- las constantes luchas verbales y las diferencias que tuvo él contra el congreso nacional, d).- la fuerte crisis económica que padeció su imperio en los primeros meses, y e).- el levantamiento de grupos armados en las zonas periféricas en su contra, como fue el caso del ex realista Antonio López de Santa Anna con el plan de Casa Mata.
Después de la caída del imperio de Iturbide, se constituyó la primera república federal en 1824 con el nombramiento de Guadalupe Victoria como primer presidente de México. En ese mismo año, se promulgó la primera Constitución del México independiente que ha sido considerado por los especialistas como un documento de transacción porque trató de ser una amalgama que conjuntaría tanto elementos de la sociedad colonial que aun coexistían (como el estilo de vida y orden) con los elementos de la nueva sociedad naciente. Se trataba que esta Constitución fuera un documento de transacción y sino de transición para evitar confrontaciones bélicas entre ambas sociedades. Su misión era eliminar poco a poco el viejo régimen y dar paso al nuevo en un periodo aproximado de cuarenta años. Pretendió ser el partero de la nueva sociedad independiente y el instrumento de muerte piadosa de la colonial.
Fotografía: Monumento a Hidalgo. Imagen tomada por Eduardo Marcos.
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