Wednesday, February 16, 2011
La minería en Sonora. Apuntes históricos sobre su origen y desarrollo social- tecnológico
Por Eduardo Marcos
Durante mucho tiempo hasta finales del siglo XIX se mantuvo la idea que el enriquecimiento de una persona o nación, sólo consistía en la obtención y acumulación de metales preciosos como el oro y la plata. Esta idea cambió en los últimos lustros del aquél siglo gracias en gran medida al surgimiento del modelo económico capitalista que se consolidó en grandes países como Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia al considerar que la riqueza de una nación consistía en la manufactura y exportación de artículos, explotación de las tierras, el comercio internacional, entre otros aspectos. Poco después en México, el presidente Porfirio Díaz con la llamada pax porfiriana que impuso en el país, éste se involucró en el sistema capitalista al abrir sus puertas a las grandes inversiones extranjeras, principalmente estadounidense. Una de las principales actividades económicas fue precisamente la minería que entró en un impresionante ritmo de producción, pero que no se centró no sólo en obtener metales preciosos.
A consecuencia de la expansión de capitales extranjeros en la minería, en el país y en el estado de Sonora surgieron nuevos asentamientos poblaciones: los centros mineros. Sin embargo, muchos de éstos quedaron incomunicados de los principales centros urbanos. En el caso de Sonora, estos quedaron enclavados en la zona serrana que con el paso del tiempo empezaron a adquirir una importante fisonomía que en nada se parecía a los antiguos reales mineros que existieron durante el periodo colonial (siglos XVII y XVIII). Esto se debió en gran medida a la construcción de importantes vías férreas para quedar comunicados con puntos fronterizos que a su vez quedaron ligados con los Estados Unidos.
Dos fueron los centros mineros más importantes que se constituyeron a finales del siglo XIX: Cananea y Nacozari que se especializaron en la explotación y producción de cobre, gracias en gran medida a la instalación de maquinaria y procesos productivos de primera tecnología de la época y que fueron propiedad de inversionistas estadounidenses. Al iniciar el siglo XX en la región de la sierra alta sonorense, ya estaban instalados tres grandes empresas productoras de cobre: la Cananea Consolidated Copper Company, la Moctezuma Copper Company y la Tigre Mining Company (en Óputo). Estas lograron mantenerse a flote a pesar de la crisis mundial de 1907, al movimiento revolucionario y a las fuertes restricciones en materia laboral que se desprendieron de la Carta Magna de 1917.
Pero no solo la minería se constituyó como el principal pilar de poder económico y social de los grupos de poder que residían en la zona serrana, ya que también la ganadería en la producción de vacuno experimentó un boom semejante debido a la demanda de parte de los Estados Unidos. Tanto la producción ganadera como minera que se exportaba a través del ferrocarril (también de concesión americana), se construyeron para comunicar aquellas poblaciones de difícil acceso con los puertos fronterizos como Naco y Agua Prieta. El periodo que va de 1926 a 1929 resultó ser el de mayor auge económico para región serrana, debido en gran medida por la expansión que vivía la economía del vecino país del norte. Las minas y plantas metalúrgicas de Cananea era, previo a la depresión mundial, un símbolo de modernidad y auge.
Sin embargo para 1929 nadie imaginaba que el progreso económico y bienestar social que se vivía en la sierra sonorense, en los Estados Unidos y en gran parte de los países relacionados con el sistema capitalista, se vieron trastocados cuando en octubre de aquél año la Bolsa de Valores de Nueva York sufrió una fuerte devaluación financiera que provocó la segunda gran crisis del capitalismo en el siglo XX. Esto repercutió de manera negativa en la estructura socioeconómica de México y Sonora, siendo la zona serrana la más afectada.
Para el mes de mayo de 1930 comenzó la caída del precio del cobre. Las oscilaciones registradas en la cotización de este metal, fueron acompañadas por fuertes barreras arancelarias que aplicó el gobierno de los Estados Unidos con el fin de proteger su producción nacional. Lo anterior se tradujo para que en 1932 el precio del cobre se redujera a 4 centavos de dólar por libra de cobre, lo que colocó a empresas tan poderosas como la Cananea Consolidated al borde de la quiebra. Ante esta situación que se volvió más difícil, las tres compañías de la zona serrana emprendieron una serie de políticas radicales para seguir vigentes como cerrar vetas de explotación y el despido masivo de obreros, según esto a lo incosteable de los procesos de producción. En el caso de la Cananea Consolidated, ésta logró mantenerse a flote con muchos sacrificios, pero redujo su personal laboral casi a un 50%. La Moctezuma Copper no tuvo la misma suerte, ya que en septiembre de 1931 paralizó en definitiva sus actividades, dejando a más de dos mil obreros sin empleo. Por su parte, la Tigre Mining a pesar de utilizar también medidas radicales, no resistió los estragos de la crisis al cerrar en definitiva en 1937.
A parte de lo anterior, un ingrediente extra que vino a hacer esta situación crítica en Sonora, fue el arribo de miles de mexicanos procedentes de los Estados Unidos que fueron despedidos no sólo de los centros mineros, sino también de las fábricas. En 1930 y 1932 unos 210 mil repatriados llegaron procedentes de los estados de Texas y California. En las minas de Bisbee y Douglas (en Arizona) muchos sonorenses también fueron despedidos y arribaron a Cananea y a Nacozari. Después de lo anterior, poco a poco la región serrana fue perdiendo importancia tanto en lo económico como en lo social. Si bien la minería siguió operando, ya no fue lo mismo para las siguientes décadas posteriores a 1929 pues ya nunca se alcanzaron los altos niveles de producción y de cotización del cuatrienio dorado 1926-1929.
Por otro lado, huelga señalar que los gobiernos locales nunca tuvieron del todo un control político de esa región, ya que la influencia económica de origen estadounidense no lo permitió por lo grande que significaron sus inversiones. Los gobiernos estatales después de 1929 empezaron a aplicar una serie de medidas para contrarrestar los graves problemas socioeconómicos y tuvieron como alternativa la explotación agrícola inmediata de los valles agrícolas del sur del estado (el Yaqui y el Mayo). La alta densidad demográfica que existió en la zona serrana con la apertura de los tres complejos mineros, poco a poco fue disminuyendo por las pocas oportunidades que había de trabajo para su población productiva.
A lo largo de la siguiente, la minería sonorense fue sumamente inestable, esto en gran medida por su estrecha vinculación a una dependencia del mercado internacional y en particular a los vaivenes de la demanda del vecino país del Norte. En septiembre de 1939, en Europa se dio un hecho crucial: la invasión de la Alemania nazi sobre Polonia, evento que con el paso del tiempo se convirtió en un gran conflicto internacional que a la postre fue denominado como la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) en el cual las grandes potencias del mundo se vieron involucradas, incluyendo a los Estados Unidos.
Este hecho produjo en México un importante repunte económico y Sonora fue uno de los estados que en cuanto a la producción minera se refiere, experimentó el auge que produjo este evento gracias a la gran demanda de metales y minerales que exigía la industria militar de los Estados Unidos. Los principales centros mineros del estado dedicados a la explotación de grafito, tungsteno y sobre todo las grandes minas de cobre de Cananea y Nacozari, empezaron a reactivar sus socavones para responder a esta demanda altamente rentable y casi ilimitada.
El periodo que comprende la Segunda Guerra Mundial y dada la gran demanda de cobre en la industria bélica, el gobierno de los Estados Unidos a través de una de sus agencias compradoras de metales, The Metals Reserve Corporation, otorgó a la ANACONDA (dueña de la Cananea Consolidated) en octubre de 1942 un crédito por más de 18 millones de dólares destinados para ampliar y modernizar las minas y plantas metalúrgicas de la Cananea Consolidated. La transformación emprendida por esta minera en sus instalaciones, trajo consigo profundas repercusiones que dieron argumentos para sortear posteriormente los años de la posguerra, situación que no sucedió con el resto de las compañías mineras en el estado. Al concluir la conflagración bélica, muchas empresas mineras sufrieron bajas considerables en su producción. En contraste, la Cananea Consolidated realizó trabajos de ampliación y modernización.
Otro evento relevante a resaltar y que fue de gran importancia para la minería mexicana, fue en febrero de 1961 cuando el gobierno federal decretó su mexicanización. Esta medida tuvo como objetivo impulsar el crecimiento de esta actividad económica que se encontraba estancada desde el final de la Segunda Guerra Mundial, al orientar la producción minera hacia los mercados y la industria nacionales y asegurar el control del Estado y de los inversionistas que se introdujeron en las empresas mineras.
Con la mexicanización de la minería emprendida entre 1961 y 1971, se expidieron varias leyes entre las cuales la más importante de todas fue poner un límite a la participación del capital extranjero en las compañías, con un máximo del 49%. Con esto la nueva legislación minera desplazaba así al capital extranjero, el cual ejerció un control absoluto durante la mayor parte del siglo XIX. Asimismo, el proceso de mexicanización sentó las bases para dinamizar al sector y modernizar la planta productiva minera nacional, en base a un nuevo modelo de asociación de capitales que fue el rasgo característico de esta etapa: la asociación de empresas públicas con capitales privados nacionales y con capitales transnacionales.
Además de la participación gubernamental en la propiedad de las empresas mineras, otro renglón importante de la mexicanización fue la entrada de importantes empresarios nacionales que bajo el manto protector de la inversión pública entraron a un sector que les estaba negado. Los principales beneficiarios de esta política fueron algunos de los más poderosos grupos económicos nacionales vinculados con la banca de entonces y la industria. Pronto empezaron a figurar entre los consejos de administración de las principales firmar mineros los apellidos de Pagliali, Alemán, Azcárraga, Madero, Larrea, entre otros.
En el caso de Sonora, para la Cananea Consolidated la mexicanización llegó en noviembre de 1971 cuando esta empresa dejó de der estadounidense y cambió la composición de su capital. Hasta ese momento, su capital era 100% americano y pasó a constituirse por un 51% de capital mexicano y el 49% restante se mantuvo en manos extranjeras. Con esto, la minera sonorense rompía sus viejos lazos de dependencia que por más de medio siglo estuvo unida al capital de inversionistas estadounidenses y que cambió de razón social.
De acuerdo a la revisión exhaustiva hecha sobre material bibliográfico que localicé, a partir de la década de los años 70 una larga lista de nuevas empresas privadas empezaron a operar en el estado en trabajos de exploración, construcción y beneficio en la producción de minerales. Pero de todas esas, sólo seis lograron destacar a nivel regional. La más importante de todas fue sin dudas la Compañía Minera de Cananea (antes Cananea Consolidated). Como segunda empresa estuvo la Compañía Mexicana de Cobre, S. A. localizada en La Caridad (en el municipio de Nacozari de García). Después siguieron la Cía. Minera Lampazos, S. A. de C. V. (en el municipio de Tepache), la Cía. Minera Cumobabi, S. A. de C. V. (en Cumpas), la Cía. Minera La Negra y Anexas, S. A. de C. V. en San Bernardo (municipio de Álamos) y por último la Empresa Barita de Sonora, S. A. (en Villa Pesqueira).
Para 1984 las seis grandes compañías mineras consiguieron cerca del 98% de la inversión acumulada entre 1970 y 1980. Concentraban a su vez más del 97% de la capacidad instalada en las plantas de beneficio y generaron la totalidad del cobre, molibdeno y barita, así como el 80% del oro, plata, plomo y zinc producidos en la entidad. Por otro lado, la gran diferencia en tecnología y economía que separó a los medianos y pequeños con respecto a los grandes productores tiene su explicación en particular en el origen de las seis grandes.
Sin discusión alguna, las dos grandes compañías productores de cobre no sólo eran las modernas e importantes que existían en Sonora al iniciar la década de los 90 desde el punto de vista tecnológico, sino que además concentraban más de la tercera parte de los obreros utilizados en la minería en toda la entidad. Tanto la Minera de Cananea como la Mexicana de Cobre presentan características similares tanto en su perfil tecnológico como en la forma de integración de su fuerza laboral en el proceso productivo. En ambos casos se trata de procesos extractivos de gran escala realizados mediante el sistema de tajo abierto, en donde los equipos de perforación, carga y acarreo, así como gran parte de los equipos auxiliares, están constituidos por maquinaria pesada y en donde la mayor parte de las operaciones del proceso están planificadas mediante sistemas computarizados y coordinados por dispositivos electrónicos.
La diferencia más grande entre las compañías mineras de Cananea y Nacozari tiene que ver con la forma en la que se han introducido innovaciones tecnológicas y con el tejido social sobre el cual se han implantado. En el caso de Cananea, el paso de la minería tradicional a la moderna se dio de manera lenta a partir de ampliaciones y remodelaciones de sus plantas, pero acompañado de fuertes conflictos derivados de la resistencia de los obreros en contra de algunas innovaciones. Esto tiene su explicación en el sentido que Cananea es el único centro minero en Sonora que a lo largo de casi un siglo ha producido su propia fuerza laboral. Una buena parte de sus trabajadores son mineros de tercera generación y que asumen su condición obrera como un orgullo profesional-familiar. A pesar del control vertical que ejerce la cúpula central del sindicato minero nacional sobre la sección local, los mineros han generado diversas estrategias de resistencias contra una modernización que frecuentemente ha significado la pérdida de viejas conquistas sindicales y que poco a poco han quebrado su identidad social.
En cuanto a los orígenes de la actual Mexicana de Cobre, está surgió al inicio de la década de los 60 del siglo XX cuando la ONU llevó a cabo un programa de ayuda y desarrollo en México junto con la participación del gobierno federal en la localización de importantes yacimientos en varios estados del país. Fue en esos tiempos cuando el gobierno nacional tuvo conocimiento de la riqueza minera en cobre que guardaba el municipio de Nacozari y que era uno de los más grandes del mundo. Debido a que el yacimiento cuprífero se encuentra en la sierra alta (una zona de difícil acceso), se llevó a cabo la construcción de importantes obras de infraestructura para comunicarlo con Hermosillo y Agua Prieta. Asimismo, se requirió de la instalación de servicios como energía eléctrica y agua para una mejor explotación.
Por su situación, esta compañía minera empezó a operar desde sus inicios con la tecnología más avanzada del mundo por encima de la de Cananea. Esto le dio la gran ventaja de decidir unilateralmente el diseño de la planta y la organización del trabajo de acuerdo con los criterios técnicos-económicos, sin que la toma de decisiones fuera mediada por la interlocución de un sindicato. En primer lugar la formación del sindicato minero local tuvo lugar hasta 1980, no sin antes ocasionar fuertes polémicas en torno a la naturaleza del trabajo mismo que desembocó en un frío y prolongado conflicto obrero-patronal e intersindical.
Se puede asegurar que la fuerza laboral que se utiliza en La Caridad, está integrada en su mayor parte por gente nueva, tanto por su edad como su falta de experiencia en el ramo industrial. Además de los factores mencionados, muchos de los obreros no son originarios del municipio, sino que proceden de otras partes de la entidad y del país, principalmente del centro-sur. Los obreros de esta compañía están afiliados al Sindicato Minero Nacional, pero que no representan problemas laborales debido a sus características de diversidad regional y que por lo tanto, impiden un fuerte vinculo de unidad social para protestar en contra de los gerentes de la compañía, en contra parte a lo que sucede en Cananea.
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Para conocer más sobre el tema
CHÁVEZ, J. Trinidad y PEÑA, Elsa. “Capítulo XIII. Aspectos de la vida en los minerales 1929-1980”, en Historia General de Sonora, Tomo V Historia Contemporánea 1929-1984. Gobierno del Estado de Sonora/ ISC, 1997.
CONTRERAS MONTELLANO, Oscar F. La minería en Sonora. Modernización industrial y fuerza de trabajo. El Colegio de Sonora- SEP, cuadernos de divulgación, 1986.
CONTRERAS MONTELLANO, Oscar y RAMÍREZ, Miguel Ángel. “Cananea: el largo camino de la modernización”, en Cananea. Tradición y modernidad en una mina histórica. El Colegio de Sonora- Miguel Ángel Porrúa, 1998.
RAMÍREZ, José C., LEÓN, Ricardo y CONDE, Oscar. “Capítulo III. Una época de crisis económica”, en Historia General de Sonora, Tomo V Historia contemporánea 1929-1984. Gobierno del Estado de Sonora, 1997.
RAMÍREZ, Miguel Ángel. “La nueva minería sonorense: historia reciente de una vieja industria”, en La nueva industrialización en Sonora. El caso de los sectores de alta tecnología. El Colegio de Sonora, 1998.
ROMERO GIL, Juan Manuel y LÓPEZ ROMERO, José Carlos. “Crisis y resistencia comunitaria (1929-1934). Tercer acto”, en Memoria del XIV Simposio de Historia y Antropología de Sonora, Vol. 2, Instituto de Investigaciones Históricas de la UNISON, 1990.
SARIEGO, José Luis. “La reconversión industrial en la minería cananense”, en Cananea. Tradición y modernidad en una mina histórica, El Colegio de Sonora- Miguel Ángel Porrúa, 1998.
VALENCIA, Ismael. “La vieja y nueva minería sonorense”, en Los cambios en el norte de México: el caso de Cananea, Departamento de Economía de la UNISON, 1998.
Fotografía: Mineros de la Cananea Consolidated, ca 1910, en La frontera nómada. Sonora y la Revolución Mexicana, de Héctor Aguilar Camín, Cal y Arena, 1997, s.p.
Tomada por Eduardo Marcos.
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