Monday, May 16, 2011

Juan Ramírez Cisneros y su legado bibliográfico guaymense, 1993-2005




Para mi ex profesor “cet-marino”, con mucho aprecio, respeto y admiración


Por Eduardo Marcos



Hace muchos años atrás decidí estudiar la carrera de Licenciatura en Historia, idea que tuve surgió en mí cuando estudiaba el nivel medio superior en el CET del Mar. Fue aquél profesor de contabilidad que tuve a partir de enero de 1998 quien una vez expresó en grupo la siguiente frase: “la vida te da un giro de 360 grados”. Su nombre es Juan Eugenio Ramírez Cisneros y al que considero como uno de mis protagonistas más valiosos de mi historia personal, como una vez nos expresó en clases un prestigiado literato sonorense. De alguna forma esto influyó para que estudiara Historia, esto a través de las múltiples charlas que tuvo con el profesor Ramírez Cisneros sobre la historia del puerto guaymense por fuera de las tediosas clases de “Principios de contabilidad” que impartía en la isla de “La Batea” en aquellos años.

Cuando él se presentó en clases en el mes febrero de 1998, yo no sabía realmente quién era, aunque ya lo había visto con cierta frecuencia un semestre antes y se distinguía por las siguientes características físicas: semblante serio y frente arrugada, de estatura alta, de complexión robusta y de cabello blanco; se distinguía porque siempre usaba guayaberas de colores claros la mayor parte del año, aunque en los últimos meses que llevé clases con él cambió su vestuario de manera radical. Era uno de los pocos académicos que llegaba temprano al centro educativo, por lo menos media hora antes. Siempre portaba un maletín de color negro en donde traía sus materiales de clases y algunas pertenencias de valor personal, como la foto de su primer nieto (al parecer) y una nota recortada que publicó el periódico sonorense El Imparcial años atrás sobre la verdadera fundación de Guaymas.

Debo confesar que pronto tuve una comunicación abierta y con mucha simpatía con él, tanto que de vez en cuando me provocaba risas algunos de sus comentarios irónicos que expresaba en grupo sobre el obsoleto modelo educativo que impera en nuestro país. Aunque para mí la contabilidad no me gustaba mucho, trata de hacer lo mejor de la manera posible para no salir bajo. Otro aspecto que noté de él es que a diferencia de la mayoría de sus compañeros académicos que conducían vehículos del año y lujosos, él era propietario de un viejo “vocho” al parecer los años 70 u 80, pero muy resistente y equipado para viajes de expedición. Quizá su modestia le impedía adquirir lujos e innecesarios como suele suceder con muchos profesores actualmente cuando ascienden o reciben algún cargo administrativo en la docencia.

Cierto día de finales del mes de mayo de 1998, un compañero de grupo me comentó que el profesor Ramírez Cisneros escribió años atrás un libro que fue un éxito local por su contenido. Ese libro es Sucedió en Sonora (1993, primera edición) que es una compilación de crónicas personales del autor, de testigos antiguos, de relatos historiográficos y algunas investigaciones de campo de tipo de cronista, aunque no menos relevantes. También supe que él conducía desde tiempo atrás un programa radiofónico sin periodicidad estable en la XEDR (llamada también “La Grande de Guaymas”). Ese programa tuvo por título si me memoria no me falla “Coloquio guaymense” el cual algunas veces de niño llegué a escuchar, aunque sin tener conciencia de su contenido y enfoque.

En una de las siguientes clases le pregunté al profesor sin mayores preámbulos que si había escrito un libro sobre crónicas sonorenses y de que se trataba. Su respuesta fue afirmativa y me dijo que me obsequiaría un ejemplar. Al principio creí que sólo me lo dijo nomás para salir del apuro, pero resulta que a la siguiente clase después de entrar al salón de clases me llamó y me dijo con voz firme “aquí te traigo este ejemplar”. Tuve la idea que me sólo me lo prestaría para que lo revisara en ese momento o que me lo vendería, pero no fue ninguna de las suposiciones. Me obsequió ese ejemplar (de manera desinteresada) de su primer libro que mandó a editar gracias al apoyo de varias personas e instituciones de Empalme y Guaymas.

La verdad que me sentí halagado aquél día de junio de 1998, semanas antes que concluyeran las clases formales de aquél semestre. Desde las primeras leídas que hice a Sucedió en Sonora quedé fascinado y clavado al leerlo casi en su totalidad; eso despertó mi curiosidad de conocer el pasado histórico, social y económico del puerto de Guaymas en particular y del estado de Sonora en general. Sin embargo a pesar de leer varias veces ciertos textos históricos, no alcanzaba a comprenderlos totalmente debido a mi “ignorancia histórica”. Con el paso de los años y a mi conocimiento de la historia sonorense al volver a leer dichos textos y otros más, ahora sí los comprendía en su total contexto.

Como ya ha quedado asentado Ramírez Cisneros no es un historiador de formación profesional, sino un cronista que por cuestiones de su destino se involucró en el estudio de la crónica y microhistoria. Guaymense de nacimiento, obtuvo el título de contador público por la Escuela Bancaria y Comercial en la Ciudad de México, una institución pública incorporada al IPN en aquellos años. En septiembre de 1965 obtuvo su título profesional al presentar y defender su tesis “Algunos aspectos del reparto de utilidades a los trabajadores de las empresas”. Según el escritor guaymense, quedó insatisfecho por su tesis ya que le pareció un trabajo netamente técnico y frío por lo que juró que escribiría en el futuro una obra por gusto y tema libre.

En septiembre de 1976 se dio de alta en el sistema educativo oficial y más tarde se incorporó al CET del Mar, una institución de nivel medio superior federal que abrió sus puertas a finales de aquélla década. En aquél centro educativo impartió clases de “Taller de Lectura y Redacción”, “Principios de Contabilidad” y “Seminario de Tesis”. Como Ramírez Cisneros lo expresa contundentemente en Sucedió en Sonora, a él le asignaron la primera materia académica cuando él no tenía el perfil pues era contador, pero el entonces director se la asignó porque supo que a él le gustaba mucho leer y escribir.

Teniendo una plataforma estable en lo laboral, pudo emprender pequeñas investigaciones historiográficas, bibliográficas, reseñas, crónicas y de microhistoria durante los siguientes años. Por estas actividades en el campo historiográfico y su difusión en prensa y radio, en abril de 1990 el Ayuntamiento de Guaymas encabezado por Florentino López Tapia, lo nombró “Cronista Oficial del Puerto” y encargado del Archivo Histórico Municipal. También fue miembro activo de la Asociación de Cronistas Sonorenses (ACROS) y de la Sociedad Sonorense de Historia (SSH).

Dos años más tarde, en junio de 1993, salió a la luz pública su primer “hijo editorial” y más célebre de sus cinco en total. Probablemente, no estoy seguro, se jubiló como profesor titular del centro educativo en el año 2004 o 2005. Pero lo que es un hecho es que entre 1993 y 2005 logró editar cinco obras editoriales que ya constituyen una herencia que dejará a sus hijos, nietos y quizás bisnietos. Por cuestiones de trabajo y de tiempo, decidí hacer una reseña completa sólo de su primer libro, la cual queda plasmada en las siguientes líneas.

Sucedió en Sonora, edición del autor. Hermosillo, 1993, 329 pp. Como ya lo he señalado, esta es la obra más famosa del cronista guaymense. Hay que dejar bien claro que no es un libro de historia de Guaymas o de Sonora, sino una compilación de relatos de diferentes estilos: crónicas personales, trabajos bibliográficos, crónicas de segundas personas, experiencias personales y una investigación microhistórica interesante. Por lo tanto, no existe un rigor en la redacción pues existen palabras o frases coloquiales, quizá el escrito lo hizo así pensado en un público más amplio que no cuente una preparación académica de alto nivel.

Son cerca de cincuenta relatos, que van desde la parte final del periodo novohispano hasta la década de los años 90 del siglo XX. Creo suponer que a Ramírez Cisneros le llevó años haber escrito esta cantidad de textos, ya que necesitó bastante tiempo para buscar y leer fuentes bibliográficas, de archivo, y registrar memorias históricas de segundas personas a través de la voz (entrevistas o platicas personales). Sucedió en Sonora incluye un prólogo del profesor Domingo Cundapí Ramos, una nota de agradecimientos y la introducción del autor del porqué de este libro, cuáles fueron sus motivos y cuáles fueron sus resultados

Pese a esto, el autor con el paso del tiempo fue recibiendo críticas de parte de historiadores profesionales (como si todos fuéramos perfectos) que también fueron mis profesores (fueron dos los que identifico claramente), en el sentido que en los textos de carácter histórico no citaba las fuentes de archivo (o de alguna otra fuente) como debiera ser, pues es imposible que él hubiera estado como testigo (o espectador) presente, por en ejemplo en la construcción del Palacio Municipal hacia 1990. Quizá esto se deba que él no conociera el rigor metodológico del trabajo del historiador, aunque en su defensa se puede señalar que no es un historiador profesional sino un cronista que con el paso de sus años se fue involucrando en el estudio de la historia regional. Igual sucede con las fotografías que empleó como material didáctico que no cita la fuente origen, aunque algunas por obvias razones sin personales. Varias de estas imágenes son de buena calidad de impresión, pues el libro está editado en blanco y negro.

Sin embargo en algunos textos sí hace uso del aparato crítico al citar las fuentes bibliográficas. De los textos compilados, hay cinco que yo destacaría por su relevancia. El primero de estos es el titulado “Teodoro Paz en el Guaymas de ayer”, que es un relato que narra la trayectoria de vida de ese ilustre guaymense (1901-1974) que vivió gran parte del siglo XX y que en los últimos meses de su vida emprendió la tarea de publicar una obra que recogió sucesos históricos relevantes que le tocó vivir y los vaivenes que existieron para su publicación: Guaymas de ayer (1974), obra que el autor no alcanzo a ver realizada como tal pues la muerte lo sorprendió.

Otro texto de Sucedió en Sonora es “El Tragabalas. Biografía de un venado-diablo”, que se refiere a la extraña presencia de algunos de estos animales que pese a recibir varias descargas de plomo por parte de los cazadores, se mantenían en movimiento. Ramírez Cisneros recogió y plasmó las evidencias de algunos cazadores que vivió esta experiencia en la sierra sonorense. Un tema netamente controvertido y lleno de fantasía, ilusión y temores. Cabe resaltar que este texto fue publicado en una de las primeras memorias impresas de la SSH.

Otro no menos interesante y controvertido es “La momia de Yécora” sobre su supuesta aparición que generó expectativas a nivel estatal, nacional e internacional en mayo de 1959, hecho en el cual dos personajes claves que estuvieron en su hallazgo, se vieron involucrados en una polémica por su verdadero descubrimiento muchos años atrás y de un importante tesoro que poseía dicha momia. Uno de estos personajes, fue amigo del autor que le confesó en su momento su verdad. También está el escrito “El archivo viejo de Guaymas”, que trata sobre la forma como fue destruido (por ignorancia o negligencia), el primer archivo del puerto hacia 1934 durante el trienio del alcalde Francisco L. Llano. La destrucción del acervo fue por incendio que consumió cientos de legajos (que abarcaban documentos del siglo XIX), producto de una orden que dio Llano a un subordinado para desalojar el sitio en el cual estaban almacenados dichos legajos.

Por último está el texto de mayor relevancia para el autor: “A la caza de una leyenda: La Tarasca”, que cierra el libro y que en realidad es una investigación de campo basada en material bibliográfico y algunos documentos históricos en los cuales se basó para tratar de localiza esa enigmática mina sonorense del siglo XIX del cual se extraía plata. Esta fue una “obsesión” personal que él tenía en mente desde su juventud y que con el apoyo de terceras personas pudo concretarla. Es un relato fascinante y el más extenso de todos, pese al estilo coloquial que emplea autor. Debo confesar que tuve que leer este texto varias veces para entenderlo debido a su complejidad. A veces me da la impresión que fue un guión de una película para un “cazatesoros”.

Quisiera resaltar algunas ideas que Ramírez Cisneros plasmó en la introducción de este libro y que quedaron grabadas en mi mente desde el primer momento que leí esta parte: su obra fue un grito de rebelión que lanzó ante los hijos que engendró con dos mujeres y aquellos que tuvo en las aulas preparatorianas. Nos convocó a que usáramos la VOLUNTAD para hacer de ella un poderoso dique de contención en contra de la enorme ola de mediocridad, de desprecio, de inmoralidad, de indiferencia, de materialismo, de frivolidad que amenaza a todos con envolvernos y terminar con nuestro país que es MÉXICO. Actualmente conservó con mucho recelo entre mi pequeña biblioteca este ejemplar y marcado con el número uno que marca el inicio de mi colección personal después de casi trece años, así como sus otras cuatro obras.

En marzo del 2004 se terminó de imprimir la segunda edición de Sucedió en Sonora con un tiraje de 2 mil ejemplares. Yo tuve la oportunidad de comprar esta edición en agosto del 2006 cuando hice un viaje relámpago al puerto. Por supuesto que ahora el libro presentó algunos cambios físicos en su composición tipográfica; por ejemplo el material que constituye la portada y contraportada es un cartoncillo plastificado que hacen que el papel no se ensucie tan fácilmente como fue con la primera edición de 1993. El tipo y tamaño de la fuente fueron modificados, lo que aumentó el número de páginas que pasó de 329 a 360.

Por otro lado, los textos no sufrieron modificación alguna por parte del autor, ya fuera en su contenido o estilo narrativo; las imágenes se mantuvieron, algunas de ellas fueron reducidas ligeramente. Huelga resaltar que para esta segunda edición Ramírez Cisneros agregó un “segundo prólogo” que incluye de manera textual una breve reseña de este libro hecha por parte del desaparecido literato Darío Galaviz Quezada (agosto, 1993). Finalmente en la contraportada, aparece una fotografía del veterano microhistoriador, algo que no apareció en la primera edición.

Las otras cuatro obras que Ramírez Cisneros publicó después de Sucedió en Sonora fueron Voces que trae el viento (edición del autor: Guaymas, junio de 1999, 126 pp.), Guaymas. Allá por los novecientos (edición del autor: Guaymas, diciembre de 1999, 316 pp.), Efemérides Guaymenses (edición del autor: Guaymas, enero del 2002, 460 pp.) y Páginas del anecdotario guaymense (edición del autor: Hermosillo, julio del 2005, 351 pp.). De estos cuatro, el segundo y el tercero me los obsequió el autor y autografiados en pláticas personales; los dos restantes los compre tiempo después de su publicación.

Es importante resalta la humildad del cronista guaymense que ya que en estas cuatro obras, dejó bien en claro que la publicación de sus “hijos editoriales” no fue por apetitos mercantilistas (lucro) ni para ganar premios literarios. Su único interés ha sido el rescatar y sacar a luz pública fragmentos valiosos y únicos sobre la historia del viejo Guaymas (1880-1990) para que no se pierdan sin remedio, revisando principalmente ejemplares de El Diario, un periódico local que fue propiedad de su padre.

En marzo del año 2002, fui al CET del Mar por unos trámites de un título y en esa ocasión fue la más reciente ocasión que tuve una plática formal con el profesor Ramírez Cisneros sobre temas históricos. En aquella ocasión le obsequié un libro de investigación histórica sobre la minería en el Noroeste de México, estudio que abarca la segunda década del siglo XIX. Esperaba que él no lo tuviera para que tuviera más peso mi obsequio y además fue un excelente regalo porque él es un verdadero aficionado a temas de minería y leyendas de tesoros. Y también como una forma de compensación, pues él en octubre o noviembre de 1998 me obsequió una vieja moneda de plata del siglo XIX, de las muchas que él coleccionó durante sus expediciones amateurs en busca de minas o tesoros.

Quisiera volver a repetir aquella frase que el cronista guaymense pronunció en una de sus clases: “la vida te da un giro de 360 grados”, en el sentido que aquella vez lo dijo con cierto dolor y tristeza cuando falleció su primera esposa al nacer su cuarto hijo. “Salí del hospital con un brazo cargando a mi hijo y a un lado con el cuerpo de mi esposa fallecida”. Esas palabras se me quedaron grabadas y siempre que me sucede algo desagrade, vienen a mi mente. Y así podría enumerar varios sucesos que mi ex profesor veterano comentaba en clases.

Sin discusión alguna, Ramírez Cisneros pese a no ser un historiador profesional, ha sido un referente de consulta viviente sobre el pasado histórico guaymense, quien a pesar de su edad y a los achaques de la vida, su espíritu es de una persona joven que no claudica por descubrir más hallazgos y evidencias para promover la historia del pasado guaymense. Tanto es así que en junio del año 2004 una investigadora de nombre Julia María Schiavone Camacho de la Universidad de Texas en El Paso, lo entrevistó para obtener información sobre la temática de los chinos en Guaymas y citó Sucedió en Sonora en su futura tesis de doctorado (mayo, 2006). Lo mismo sucedió con una investigadora que hizo un trabajo sobre elecciones a nivel municipal en Sonora durante la última década del porfirismo, citó el libro Guaymas. Allá por los novecientos.

En mi caso personal, puedo expresar que tuve la fortuna de conocerlo y tratarlo desde el punto de vista histórico, y que de alguna influyó para que estudiara la carrera de Historia, que a fuerza de ser sinceros es ingrata pues no siempre recompensa pese a imprimirle uno mucha disciplina, entrega y dedicación (claro si tienes palancas es diferente). También deseo expresar que este texto tenía en mente escribirlo y publicarlo en junio del 2008 en homenaje a los diez años del obsequio de libro en mención, pero por cuestiones laborales y de desempleo no había podido realizarlo este sueño largamente anhelado, hasta hoy que fue 15 de mayo día del Maestro. Por último cuando estuve redactando este escrito de manera inconsciente llegaba a mi mente el recuerdo de varias personas y lugares que guardo con buenos recuerdos.

PD.- Este texto fue hecho aplicando todo mi talento, creatividad, pasión y amor, sin buscar un fin para que la difusión histórico-cultural

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