Conciliación y discordia en la Sonora revolucionaria. La disputa por la elección al gobierno del Estado, mayo de 1917
Por Eduardo Marcos
El día 29 de marzo de 1917 el entonces gobernador provisional Adolfo De la Huerta, a través del Decreto número 90 convocaba a los sonorenses a participar en las elecciones para poderes locales con carácter de extraordinarias entre otros, al cargo de gobernador constitucional, y que la fecha de votación quedó fijada para el domingo 13 de mayo siguiente. Después de casi seis años, en Sonora nuevamente se disputaba una elección a gobernador, pues la precedente aconteció en julio de 1911 cuando resultó gobernador electo el hacendado guaymense, José María Maytorena (1911-1915).
Este decreto quedó integrado por siete artículos y uno de carácter transitorio, en los cuales se especificaban los requisitos para ser candidato a cada uno de los cargos. Los artículos 3 y 4 son los que hacen referencia para el de gobernador constitucional[1]. Sin embargo, el Decreto número 90 no fue el documento que consolidó la propuesta para éstas elecciones; ya que en ese mismo día el gobernador provisional también expidió el Decreto número 91 que se refería a una nueva Ley Electoral, que fue publicada en el Boletín Oficial del gobierno estatal[2]. Está ley resultó sui generis debido que no fue estructurada por un congreso en funciones, de ahí que su nombre no incluya el término “Orgánica” como sus antecesoras que fueron formuladas por los congresos de su tiempo. Además de ser transitoria y extraordinaria, quedó compuesta por siete amplios capítulos con un total de setenta y seis artículos.
¿Quiénes fueron los hombres que de manera formal contendieron por el gobierno local? De acuerdo con la historiografía local, dos “militares” del partido constitucionalista triunfante fueron los que contendieron formalmente por la gubernatura, uno de ellos fue Plutarco Elías Calles, figura más política que militar durante esos años a nivel local; y el otro fue José Juan Obregón Salido, originario de Álamos y hermano mayor de Álvaro Obregón, el “Caudillo de Huatabampo”, quien hasta ese momento no tenía mayor mérito en lo militar que haber apoyado la causa constitucionalista desde 1913. Al parecer, esta lista oficial fue determinada por el Carranza, pues eran los únicos que debían ganar.
Calles tuvo sus orígenes como empleado público durante el régimen porfirista al desempeñar varios cargos, como el de profesor en el Colegio de Sonora, y ser empleado en la tesorería del Ayuntamiento de Guaymas gracias a las relaciones de un tío, Alejandro Elías quien a su vez era amigo del entonces Secretario de Gobierno, Alberto Cubillas (Aguilar 1997, 242). Más adelante, aprovechando la coyuntura de la crisis del régimen porfirista, se unió al maderismo y ser nombrado después comisario de Agua Prieta en 1911. Después se declaró partidario del carrancismo al desconocer a Huerta como presidente.
Empezó a figurar en la política local en 1913, al representar una oposición radical por el regreso de Maytorena y después tomar partido a favor del Primer Jefe durante el desconocimiento de aquél y su alianza con Francisco Villa. A lo largo de la revisión bibliográfica hecha, su único mérito como estratega militar fue la defensa del sitio de Naco y Agua Prieta en 1915, tiempo en el cual fue nombrado por Carranza como Comandante Militar constitucionalista en Sonora. Después recibió el nombramiento de “gobernador provisional”, cargo que desempeñó entre el 4 de agosto de 1915 y el 19 de mayo de 1916, cuando fue sustituido por Adolfo De la Huerta, para que se dedicara exclusivamente a funciones militares (Radding 1985: 305-306). En enero de 1917 el guaymense anunciaba su candidatura a la gubernatura (Buchenau 2007, 71-72).
Por lo que respecta a J. J. Obregón, su historial como funcionario público era menor comparado con el de Calles. Se podría considerar que era la “sombra política” de su hermano menor, pero contaba con el apoyo de importantes hombres de poder económico como Juan R. Platt e Ignacio L. Almada, también originarios de Álamos. En esa población J. J. Obregón contaba con muchos simpatizantes, pero pocos en el resto de la entidad (Rivera 1981, 436). Son pocos y ambiguos los datos biográficos que existen sobre su persona, desde el punto de vista de historiadores románticos y revisionistas. Pero el elemento más representativo de esta familia era Álvaro Obregón, debido a su brillante trayectoria ganada como estratega militar.
Un elemento que resalta respecto de la elección para gobernador en comparación con los otros cargos en disputa, es que el número de candidatos propuestos fueron éstos dos según la búsqueda archivística realizada. Ambos eran miembros de familias de mucho arraigo y de cierto poder económico y social en el estado: los Elías, ubicados en el norte (Arizpe) y de ascendencia ibérica, en donde sus primeros miembros se dedicaron a la ganadería y comercio a gran escala. Los Obregón en el sur del estado (valle del Mayo), era una familia que después de la segunda mitad del siglo XIX empezó a ascender entre las familias más pudientes, alcanzando el clímax durante el periodo final del porfirismo en Sonora, sobresaliendo principalmente en la agricultura mecanizada y comercial (producción de garbanzo).
Sin embargo, se debe considerar que Calles no fue hijo legítimo de la familia Elías y que tuvo que construir con esfuerzos, primero su carrera política-administrativa durante el régimen porfirista y después la militar en el periodo preconstitucionalista. En contraparte, J. J. Obregón sí heredó ese patrimonio inmaterial de su familia por ser “hijo de sangre”, y aprovechó las relaciones que su hermano menor había adquirido hasta entonces en los escenarios local y nacional.
Se puede advertir que existió un enfrentamiento indirecto entre ambos candidatos, desde varias aristas: pertenecían a dos fuerzas políticas opuestas (callismo versus obregonismo), de regiones geográficas al interior de Sonora (el norte versus sur) y de poder económico basado en actividades productivas (ganadería versus agricultura) por jefes militares que emergieron del régimen triunfante (carrancista-constitucionalista) entre 1913 y 1916. De ahí que el proceso electoral pueda considerarse como un escenario de combate entre dos fuerzas políticas, que años más tarde se definirían abiertamente como antagónicas en el contexto de la política nacional, a pesar que tanto Álvaro Obregón como Calles mantuvieron una “buena relación cordial”, aunque no que sus principales partidarios, no.
No ha sido posible determinar con exactitud si el Primer Jefe mostró preferencia por alguno de los dos candidatos, o si de antemano había expresado su interés porque el guaymense fuera el nuevo gobernador, tomando esta elección como un parámetro para medir su nivel de popularidad, y que J. J. Obregón haya sido simplemente un “candidato de relleno” para que la contienda electoral fuera vista lo más posible como “competitiva”.
Apenas concluía el mes de enero de 1917 y lejos aún de toda formalidad electoral por parte del gobierno estatal, se empezaron a publicar una serie de panfletos que alababan la figura de Calles como “líder revolucionario”, el cual debía ser elegido para guiar los destinos del estado a partir de mayo de ese año. El choque de dos fuerzas políticas entre miembros del movimiento constitucionalista, dio lugar a una numerosa información impresa a favor o en contra de los candidatos, pero con más documentación a favor del guaymense que era “dibujado” como un “revolucionario radical” y J. J. Obregón como un “conservador cientificista” porfirista que oportunamente había sacado provecho de la popularidad de su hermano para aspirar a un importante cargo público.
A pesar toda la propaganda a su favor, Calles se perfilaba como el vencedor debido a las obras socioeconómicas realizadas como gobernador provisional, además de contar con la simpatía del gobierno estatal encabezado por De la Huerta. Finalmente, después de aproximadamente cuarenta y cinco días de “campaña oficial”, llegó el día de la votación. El domingo 13 de mayo los sonorenses en calidad para votar, asistieron a las urnas a emitir su voto, no sólo para el cargo de gobernador constitucional, sino también a los puestos públicos: Diputados Locales, Procurador General de Justicia y Magistrados al Supremo Tribunal de Justicia.
Según la historiografía local, ésta señala que Calles resultó vencedor en los comicios a gobernador, pero sin mencionarse bajo qué porcentajes de votos. De acuerdo con fuentes oficiales de la época, el guaymense contabilizó en números cerrados el 76% total de los votos, mientras que su rival obtuvo el 24%. Su triunfo fue inobjetable, ya que superó a su rival con más del 200% de votos en ventaja directa y que entre ambos captaron el 99.00 % de los mismos.
Su triunfo electoral de Calles fue ratificado de manera oficial el 25 de junio siguiente mediante un oficio del congreso local que lo declaraba como gobernador en el tiempo que faltaba para completar el periodo constitucional del primero de septiembre de 1915 al 31 de agosto de 1919[3], del cual sólo le correspondieron los dos últimos años (1917-1919) con el fin de respetar la periodicidad del cuatrienio. El guaymense rindió protesta de ley ante el congreso local cuatro días después (29 de junio) recibiendo el gobierno local a manos De la Huerta, para que al día siguiente hiciera efectivo el artículo 2º del Decreto número 90. Con esto Sonora después de poco más de cuatro años, entraba al nuevo orden constitucional que el presidente Carranza había prometido en los postulados del Plan de Guadalupe de 1913.
[1] Archivo General del Estado de Sonora (AGES), Fondo Ejecutivo (FE), Tomo 3131, Expediente 1, “Decreto número 90 expedido por el gobernador provisional Adolfo De la Huerta”, Hermosillo, Son., 29 de marzo de 1917, s/f.
[2] “Decreto número 91. Ley Electoral del Estado de Sonora, expedida por el gobernador provisional Adolfo de la Huerta”, Hermosillo, Son., 29 de marzo de 1917. Boletín Oficial, Tomo IV, número 19, 7 de abril de 1917.
[3] AGES, FE, Tomo 3129, s/Exp, “Oficio expedido por el Congreso del Estado de Sonora, que decreta el triunfo de los candidatos a los poderes locales”, Hermosillo, Son., 25 de junio de 1917, s/f.
El día 29 de marzo de 1917 el entonces gobernador provisional Adolfo De la Huerta, a través del Decreto número 90 convocaba a los sonorenses a participar en las elecciones para poderes locales con carácter de extraordinarias entre otros, al cargo de gobernador constitucional, y que la fecha de votación quedó fijada para el domingo 13 de mayo siguiente. Después de casi seis años, en Sonora nuevamente se disputaba una elección a gobernador, pues la precedente aconteció en julio de 1911 cuando resultó gobernador electo el hacendado guaymense, José María Maytorena (1911-1915).
Este decreto quedó integrado por siete artículos y uno de carácter transitorio, en los cuales se especificaban los requisitos para ser candidato a cada uno de los cargos. Los artículos 3 y 4 son los que hacen referencia para el de gobernador constitucional[1]. Sin embargo, el Decreto número 90 no fue el documento que consolidó la propuesta para éstas elecciones; ya que en ese mismo día el gobernador provisional también expidió el Decreto número 91 que se refería a una nueva Ley Electoral, que fue publicada en el Boletín Oficial del gobierno estatal[2]. Está ley resultó sui generis debido que no fue estructurada por un congreso en funciones, de ahí que su nombre no incluya el término “Orgánica” como sus antecesoras que fueron formuladas por los congresos de su tiempo. Además de ser transitoria y extraordinaria, quedó compuesta por siete amplios capítulos con un total de setenta y seis artículos.
¿Quiénes fueron los hombres que de manera formal contendieron por el gobierno local? De acuerdo con la historiografía local, dos “militares” del partido constitucionalista triunfante fueron los que contendieron formalmente por la gubernatura, uno de ellos fue Plutarco Elías Calles, figura más política que militar durante esos años a nivel local; y el otro fue José Juan Obregón Salido, originario de Álamos y hermano mayor de Álvaro Obregón, el “Caudillo de Huatabampo”, quien hasta ese momento no tenía mayor mérito en lo militar que haber apoyado la causa constitucionalista desde 1913. Al parecer, esta lista oficial fue determinada por el Carranza, pues eran los únicos que debían ganar.
Calles tuvo sus orígenes como empleado público durante el régimen porfirista al desempeñar varios cargos, como el de profesor en el Colegio de Sonora, y ser empleado en la tesorería del Ayuntamiento de Guaymas gracias a las relaciones de un tío, Alejandro Elías quien a su vez era amigo del entonces Secretario de Gobierno, Alberto Cubillas (Aguilar 1997, 242). Más adelante, aprovechando la coyuntura de la crisis del régimen porfirista, se unió al maderismo y ser nombrado después comisario de Agua Prieta en 1911. Después se declaró partidario del carrancismo al desconocer a Huerta como presidente.
Empezó a figurar en la política local en 1913, al representar una oposición radical por el regreso de Maytorena y después tomar partido a favor del Primer Jefe durante el desconocimiento de aquél y su alianza con Francisco Villa. A lo largo de la revisión bibliográfica hecha, su único mérito como estratega militar fue la defensa del sitio de Naco y Agua Prieta en 1915, tiempo en el cual fue nombrado por Carranza como Comandante Militar constitucionalista en Sonora. Después recibió el nombramiento de “gobernador provisional”, cargo que desempeñó entre el 4 de agosto de 1915 y el 19 de mayo de 1916, cuando fue sustituido por Adolfo De la Huerta, para que se dedicara exclusivamente a funciones militares (Radding 1985: 305-306). En enero de 1917 el guaymense anunciaba su candidatura a la gubernatura (Buchenau 2007, 71-72).
Por lo que respecta a J. J. Obregón, su historial como funcionario público era menor comparado con el de Calles. Se podría considerar que era la “sombra política” de su hermano menor, pero contaba con el apoyo de importantes hombres de poder económico como Juan R. Platt e Ignacio L. Almada, también originarios de Álamos. En esa población J. J. Obregón contaba con muchos simpatizantes, pero pocos en el resto de la entidad (Rivera 1981, 436). Son pocos y ambiguos los datos biográficos que existen sobre su persona, desde el punto de vista de historiadores románticos y revisionistas. Pero el elemento más representativo de esta familia era Álvaro Obregón, debido a su brillante trayectoria ganada como estratega militar.
Un elemento que resalta respecto de la elección para gobernador en comparación con los otros cargos en disputa, es que el número de candidatos propuestos fueron éstos dos según la búsqueda archivística realizada. Ambos eran miembros de familias de mucho arraigo y de cierto poder económico y social en el estado: los Elías, ubicados en el norte (Arizpe) y de ascendencia ibérica, en donde sus primeros miembros se dedicaron a la ganadería y comercio a gran escala. Los Obregón en el sur del estado (valle del Mayo), era una familia que después de la segunda mitad del siglo XIX empezó a ascender entre las familias más pudientes, alcanzando el clímax durante el periodo final del porfirismo en Sonora, sobresaliendo principalmente en la agricultura mecanizada y comercial (producción de garbanzo).
Sin embargo, se debe considerar que Calles no fue hijo legítimo de la familia Elías y que tuvo que construir con esfuerzos, primero su carrera política-administrativa durante el régimen porfirista y después la militar en el periodo preconstitucionalista. En contraparte, J. J. Obregón sí heredó ese patrimonio inmaterial de su familia por ser “hijo de sangre”, y aprovechó las relaciones que su hermano menor había adquirido hasta entonces en los escenarios local y nacional.
Se puede advertir que existió un enfrentamiento indirecto entre ambos candidatos, desde varias aristas: pertenecían a dos fuerzas políticas opuestas (callismo versus obregonismo), de regiones geográficas al interior de Sonora (el norte versus sur) y de poder económico basado en actividades productivas (ganadería versus agricultura) por jefes militares que emergieron del régimen triunfante (carrancista-constitucionalista) entre 1913 y 1916. De ahí que el proceso electoral pueda considerarse como un escenario de combate entre dos fuerzas políticas, que años más tarde se definirían abiertamente como antagónicas en el contexto de la política nacional, a pesar que tanto Álvaro Obregón como Calles mantuvieron una “buena relación cordial”, aunque no que sus principales partidarios, no.
No ha sido posible determinar con exactitud si el Primer Jefe mostró preferencia por alguno de los dos candidatos, o si de antemano había expresado su interés porque el guaymense fuera el nuevo gobernador, tomando esta elección como un parámetro para medir su nivel de popularidad, y que J. J. Obregón haya sido simplemente un “candidato de relleno” para que la contienda electoral fuera vista lo más posible como “competitiva”.
Apenas concluía el mes de enero de 1917 y lejos aún de toda formalidad electoral por parte del gobierno estatal, se empezaron a publicar una serie de panfletos que alababan la figura de Calles como “líder revolucionario”, el cual debía ser elegido para guiar los destinos del estado a partir de mayo de ese año. El choque de dos fuerzas políticas entre miembros del movimiento constitucionalista, dio lugar a una numerosa información impresa a favor o en contra de los candidatos, pero con más documentación a favor del guaymense que era “dibujado” como un “revolucionario radical” y J. J. Obregón como un “conservador cientificista” porfirista que oportunamente había sacado provecho de la popularidad de su hermano para aspirar a un importante cargo público.
A pesar toda la propaganda a su favor, Calles se perfilaba como el vencedor debido a las obras socioeconómicas realizadas como gobernador provisional, además de contar con la simpatía del gobierno estatal encabezado por De la Huerta. Finalmente, después de aproximadamente cuarenta y cinco días de “campaña oficial”, llegó el día de la votación. El domingo 13 de mayo los sonorenses en calidad para votar, asistieron a las urnas a emitir su voto, no sólo para el cargo de gobernador constitucional, sino también a los puestos públicos: Diputados Locales, Procurador General de Justicia y Magistrados al Supremo Tribunal de Justicia.
Según la historiografía local, ésta señala que Calles resultó vencedor en los comicios a gobernador, pero sin mencionarse bajo qué porcentajes de votos. De acuerdo con fuentes oficiales de la época, el guaymense contabilizó en números cerrados el 76% total de los votos, mientras que su rival obtuvo el 24%. Su triunfo fue inobjetable, ya que superó a su rival con más del 200% de votos en ventaja directa y que entre ambos captaron el 99.00 % de los mismos.
Su triunfo electoral de Calles fue ratificado de manera oficial el 25 de junio siguiente mediante un oficio del congreso local que lo declaraba como gobernador en el tiempo que faltaba para completar el periodo constitucional del primero de septiembre de 1915 al 31 de agosto de 1919[3], del cual sólo le correspondieron los dos últimos años (1917-1919) con el fin de respetar la periodicidad del cuatrienio. El guaymense rindió protesta de ley ante el congreso local cuatro días después (29 de junio) recibiendo el gobierno local a manos De la Huerta, para que al día siguiente hiciera efectivo el artículo 2º del Decreto número 90. Con esto Sonora después de poco más de cuatro años, entraba al nuevo orden constitucional que el presidente Carranza había prometido en los postulados del Plan de Guadalupe de 1913.
[1] Archivo General del Estado de Sonora (AGES), Fondo Ejecutivo (FE), Tomo 3131, Expediente 1, “Decreto número 90 expedido por el gobernador provisional Adolfo De la Huerta”, Hermosillo, Son., 29 de marzo de 1917, s/f.
[2] “Decreto número 91. Ley Electoral del Estado de Sonora, expedida por el gobernador provisional Adolfo de la Huerta”, Hermosillo, Son., 29 de marzo de 1917. Boletín Oficial, Tomo IV, número 19, 7 de abril de 1917.
[3] AGES, FE, Tomo 3129, s/Exp, “Oficio expedido por el Congreso del Estado de Sonora, que decreta el triunfo de los candidatos a los poderes locales”, Hermosillo, Son., 25 de junio de 1917, s/f.
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