Monitor Republicano y Liberal ´96

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Investigación histórica, grupera y futbolera

Friday, March 26, 2010

Archivo General del Estado de Sonora. Un acervo valioso y descuidado por sus autoridades locales




Para el ilustre cronista y microhistoriador Juan Ramírez Cisneros, de Guaymas, Sonora.

Por Eduardo Marcos

Introducción

El Archivo General del Estado de Sonora (AGES) es una dependencia pública que forma parte de la Secretaría de Gobierno estatal, y que con el paso de los años es considerado sin discusión alguna, como el acervo histórico y documental más importante en la entidad. No solamente ha sido consultado por investigadores/ estudiantes locales, sino también por nacionales provenientes de otras latitudes y centros de investigación. Aunque parezca algo difícil, ha sido visitado también por gente del extranjero, principalmente de Estados Unidos, Francia, Inglaterra y España en busca de información para argumentar y construir sus trabajos profesionales (tesis) de investigación.

Este recinto documental no sólo ha tenido como sede el edificio que hoy ocupa en la actualidad: la calle Garmendia en más de veinte años, pues a lo largo de su historia ha tenido como sede varios sitios debido a cuestiones administrativas y de espacio. Sin embargo, este sitio no es el adecuado, ya que no cuenta con los requisitos necesarios para ser su albergue y digno a su altura. Por otro lado, ha sufrido modificaciones en su nombre porque anteriormente era conocido como Archivo Histórico del Gobierno del Estado de Sonora (AHGES); pero en realidad, son pocos los historiadores que saben cuál es su nombre oficial y que también ha pasado por desapercibido: Dirección General de Archivo y Documentación (DGAD).

Sin embargo, los nombres anteriormente señalados no reflejan el contenido verdadero de este archivo. Sería más conveniente que se llamara por decreto estatal Archivo General del Poder Ejecutivo del Estado de Sonora, pues sólo concentra información de ese poder local, ya que los otros dos poderes locales cuentan con sus respectivos archivos que están totalmente desligados del AGES. Quizás al principio sí concentra información de los tres niveles, pero después se fue sacando esa información para ser entregada a los poderes Legislativo y Judicial.

Este archivo tiene su origen de creación cuando se dio la fragmentación política y definitiva entre Sonora y Sinaloa (que entonces constituían el Estado Unido de Occidente) en octubre 1831 a través del Acta Constitutiva federal y que Sonora tuvo como primera capital la ciudad de Hermosillo en ese mismo año. Es posible suponer que el archivo cambiara de sede durante el turbulento siglo XIX por cambios de capital a otras ciudades, como lo fueron Arizpe y Ures, ésta última fue capital de manera continua de 1847 a 1879 cuando los poderes locales regresan a Hermosillo para quedarse definitivamente.

El presente texto es resultado de mi amplio conocimiento y experiencia de trabajo que he realizado en este acervo durante varios años, desde marzo del 2004 cuando fui a consultarlo por primera vez: unas veces por “hobby” y otras por actividades de investigación. En las siguientes líneas haré una amplia descripción de lo que es y lo que guarda en su interior el AGES, el cual consta con cinco grandes secciones de documentación a saber: el Fondo Ejecutivo (el más importante y con más tomos), el Fondo de Notarías, el Fondo de Prefecturas, el Fondo de la Oficialía Mayor, el de Títulos primordiales, la colección del Boletín Oficial y otros tipos de documentación de menor difusión.

Aclaro que este texto es sólo una gran guía y no algo definitivo, completo o absoluto, de aquí que deba tomarse como una introducción. La dirección completa del AGES es Calle Garmendia Sur no. 157, casi esquina con avenida Serdán, en Hermosillo, Sonora y la imagen que ilustra este texto es del edificio que alberga dicho archivo (que fue tomada con mi cámara digital SONY Caber-shot de 10.1 megapixels). El horario de servicio y consulta de los documentos histórico,s es de 8: 00 a.m. a 2: 30 p.m., de lunes a viernes, excepto días festivos y puente.

El Fondo Ejecutivo, el más voluminoso y consultado; Prefecturas y Oficialía Mayor
Este fondo contiene documentación que va del año de 1797 al año de 1897. La información que resguarda está contenida en expedientes (folders) y éstos a su vez en cajas de cartón duro (en color negro) para una mejor protección y que se denomina como tomos. Por lo que respecta a las dificultades o facilidades que se tienen que enfrentar al momento de revisar los tomos de este fondo, son las siguientes. Para empezar, en el interior de la sala de consulta de este archivo, se tiene a disposición varias guías o libros especiales que sirven para realizar una rápida búsqueda al momento de buscar algún tema determinado.

En el caso de este fondo, existe una guía en forma de carpeta que consta de 74 cuartillas, las cuales son una amplia relación de temas disponibles a consultar, como los siguientes: administración estatal, asuntos eclesiásticos, campañas antiapaches, construcciones públicas, expedición de decretos, elecciones (municipales, estatales, federales), enfermedades y epidemias, Hacienda pública, indígenas (como yaquis, mayos, seris, ópatas), rebeliones y todos tipo de movimientos similares en contra del gobierno, intervenciones e invasiones extranjeras, temas de milicia, nombramientos políticos, terrenos y Tesorería.

En el Fondo Prefecturas existen documentos muy parecidos al fondo anterior, sólo que son menos en temas y tomos. En general, se refiere más bien a documentación de tipo gubernamental que expidieron los prefectos políticos de Sonora durante la mayor parte del siglo XIX. Los temas más relevantes que se identificaron, según el índice que se dispone son sobre Ministerios, Legislaturas, Congresos, Prefecturas, Ayuntamientos, Hacienda, Tesorería general, elecciones, consulados, educación, Justicia, registro civil y de Apaches. El tipo de material de los tomos de este fondo, a diferencia con los del Ejecutivo, es más rústico en el tipo de cartón que representa el tomo y que no se subdividen en expedientes. Esto ha provocado que este tipo de documentación tienda a deteriorarse más pronto.

Además, es importante resaltar que documentación de este fondo ya no está disponible (aparecen anotaciones en color amarillo) en la guía, pues al parecer en el año 2003 ésta fue traspasada de manera irresponsable al Ejecutivo, ahora con una nueva nomenclatura. Esto ha provocado entre algunos investigadores/ historiadores molestias cuando vuelve a consultar aquellos tomos traspasados, pues llevan la referencia que trabajaron antes del 2003, y ahora tendrán que batallar para volver a localizar aquella documentación que originalmente estaba en el Prefecturas.

Continuamos con el Fondo de Oficialía Mayor (que sería como la segunda parte del Ejecutivo), contiene documentación que comprende del año de 1900 a 1930. Existen seis “libros-índices” que se dividen en varios periodos. En el interior de cada uno de estos “libros-índices” hay decenas o centenares de tomos, en los cuales se pueden apreciar temas interesantes y en mayor cantidad como los siguientes: economía, elecciones, política, decretos, alcoholes, industria, extranjeros, minería, producción harinera, finanzas, revueltas indígenas, educación, seguridad pública, etc. Sin lugar a dudas, este periodo del México independiente en Sonora ha sido el más socorrido por estudiantes e historiadores locales, pues ha proporcionado material para varios trabajos de tesis a nivel licenciatura, maestría y doctorado en Historia por instituciones como la Universidad de Sonora y El Colegio de Sonora.

Estos “libros-índices” son de gran utilidad para el usuario porque facilitan una búsqueda más ágil y directa, sin tener que revisar tomo por tomo para encontrar la información deseada, lo cual sería una larga, ingrata y poco fructífera tarea, en aras de administrar tiempo y esfuerzo. Sin embargo, varias de estas “guías” ya están en malas condiciones de conservación, pues se aprecian pequeñas roturas, pequeños pedazos fragmentados, letras y números poco visibles. También existe información que no corresponde con los datos señalados o que de plano ya no existe (al parecer fueron hurtados) y por si fuera poco, no hay un respaldo (en fotocopias o electrónico) de estos “libros-índices”.

Fondo de Notarías: una fuente rica y poco explotada
Ahora es pertinente comentar el tipo de documentación que se concentra en este fondo, el cual se divide en dos secciones: “Notarías siglo XIX” y “Notarías siglo XX”. La primera consta con aproximadamente 340 libros de protocolos empastados en cartón duro, que fueron redactaron principalmente notarios públicos y jueces de instancia y que abarca los ocho distritos políticos en los que estuvo dividida la entidad durante el siglo XIX. Muchos de estos libros comprenden el periodo 1867-1902 para los casos de Hermosillo, Guaymas, Álamos y Magdalena con mayor cantidad de información disponible. Desgraciadamente no existe un índice o guía formal para esta sección del siglo XIX, por lo que cada investigador (o ayudante, en su defecto), deberá revisar cada tomo, tomando en cuenta el periodo y el distrito que desea investigar hasta encontrar lo que busca. Varios de estos libros han sido retirados de su área original, pues ha sido infestados por termitas.

La segunda sección “Notarías Siglo XX” es más rica en materia prima y se subdivide en dos series: Notarios y Jueces. Existen en total aproximadamente 150 cajas en cartón plastificado, y cada caja comprende 8 libros, lo que da un total de 1 400 libros y comprenden un periodo de 1902 a 1933 sobre las principales ciudades como Hermosillo, Guaymas, Álamos, Cananea, Nogales y Magdalena, principalmente. En este caso, se cuenta con una voluminosa guía en forma de carpeta que se divide en dos partes para una mejor consulta.

El tipo de información que cuenta esta sección es sobre actas notariales que tratan temas relacionados con testamentos, constitución de compañías mercantiles, de industrias, centros mineros; traspaso de poderes, compra-ventas de propiedades (fincas rústicas, terrenos, casas), confiscación de propiedades, convenios entre particulares y gobierno, entre otros temas más. Lo interesante de esto es que aparecen nombres de importantes figuras del campo de la política, milicia, empresarial del Estado en aquellos años como Ramón Corral, Luis E. Torres, José María Maytorena, Luis A. Martínez, Álvaro Obregón, entre otros. Como puntos negativos es que varios libros están en pésimas condiciones porque también han sido “invadidos” por termitas, lo cual limita su consulta por parte del usuario.

Sección del Boletín Oficial y otros periódicos

Está la sección del Boletín Oficial del Gobierno del Estado de Sonora, medio impreso en el cual el Ejecutivo local en turno ha emitido decretos, leyes, reglamentos, acuerdos, etc. de 1915 a la fecha y tiene su origen desde la época del gobierno provisional del general guaymense Plutarco Elías Calles. El actual Boletín Oficial es una de las fuentes hemerográficas poco explotadas por los actuales historiadores, pero que a través del tiempo ha sufrido importantes modificaciones en su estructura y contenidos. La primera edición de este medio oficial, también subtitulado “Órgano del Gobierno Constitucionalista”, salió a la luz pública el día 13 de septiembre de 1915, editado en la población fronteriza de Agua Prieta, Sonora, sede aún del gobierno militar encabezado por Calles.

Los primeros siete números de este medio se editaron en la fronteriza población de Agua Prieta, hasta que concluyeron las batallas entre las facciones rivales en noviembre de 1915 con la victoria definitiva del jefe guaymense. Este a su vez trasladó su gobierno a la capital del Estado, saliendo el número ocho el 11 de diciembre ya en Hermosillo, todavía a cargo de la Secretaría de Gobierno. Durante los nueve meses que el jefe revolucionario estuvo al frente del gobierno estatal, emitió varios decretos relacionados a su política socioeconómica y moral, así como disposiciones, leyes, avisos y circulares. Con el tiempo a este medio se le fueron agregando resoluciones de pleitos legales, anuncios de interés público y todas aquellas disposiciones que el gobierno federal enviaba al gobernador para su respectivo cumplimiento.

Es hasta la edición número 3 Tomo III del 15 de julio de 1916, cuando aparece su primer director, cargo que recayó en Salvador Escudero nombrado por el siguiente gobernador provisional, Adolfo De la Huerta. Es importante señalar que este medio sustituyó a otros órganos oficiales como El Estado de Sonora del derrotado gobierno de José María Maytorena (1911-1915) y a La Constitución del régimen porfirista local, para perpetuarse hasta nuestros días. En la década de los años veinte, su tamaño en tabloide cambió a carta para un mejor manejo.

Hoy en día la mayoría de los números del Boletín Oficial publicados dentro del contexto revolucionario (1915-1927), se encuentran encuadernados en libros de pasta dura por periodos de dos o tres años, aunque algunos de éstos se encuentran en malas condiciones para su consulta debido a lo deteriorado del papel por el paso de casi 100 años de historia. Este tipo de fuente es esencial para quienes deseen investigar este periodo, por lo que sería conveniente que fueran microfilmados o digitalizados para preservar su valioso contenido, que por sí mismos constituyen la memoria histórica del pasado sonorense.

Además del Boletín Oficial, existen otros medios oficiales y “cuasi-oficiales” que también son históricos y que están encuadernados en pasta gruesa. Me refiero a La Estrella de Occidente de Ures y La Constitución de Hermosillo. Al igual que el Boletín Oficial, varios de ellos están en malas condiciones lo cual impide su consulta por parte del personal encargado, particularmente La Estrella de Occidente que tiene más de siglo y medio de existencia (y también por su extenso tamaño). Su primer número fue emitido en 1859, bajo el régimen del general Ignacio Pesqueira García. En cuanto a La Constitución, existen pocos números disponibles, especialmente para el periodo 1900-1910.

Además de los anteriores, existen otros periódicos denominados “cuasi-oficiales” que surgieron después de 1915 en las principales poblaciones del estado y que fueron subsidiados por los gobiernos provisionales tanto de Calles como de Adolfo De la Huerta. Entre estos fueron Orientación fundado en Hermosillo (1915), La Montaña en Cananea (1916), La Razón en Guaymas (1916), La Palabra en Nogales (1916) y Savia Nueva (1916). Los cuatro últimos fueron a iniciativa de De la Huerta y perduraron hasta 1922 en general. Actualmente sólo existen algunos ejemplares de cada uno de los cinco, y varios de ellos están en proceso de deterioro por el paso del tiempo, uso y mal cuidado. Es posible que existan otros periódicos posteriores a 1920 y de otras poblaciones sonorenses.

Fondo de Títulos primordiales

De todos los fondos existentes, este es que menos he consultado a lo largo de estos años. Se refiere más bien a terrenos y tierras con sus respectivos nombres, los cuales se localizan (o localizaron) en los ocho distritos políticos del siglo XIX, pero principalmente de Hermosillo, Alamos, Ures y Arizpe, según la guía de relación que se dispone para este fondo. Es tipo de documentación abarca desde finales del siglo XVIII hasta mediados del XX. Existen actualmente 67 tomos (cajas de pasta dura en color negro), los cuales agrupan poco mas de 850 expedientes (un tomo contiene en promedio entre 10 y 14 expedientes.

Sin embargo, al revisar el primer tomo (I), la información que contiene comprende en su mayor parte años de 1831 y 1832, aunque también hay de 1857 de otros años más distantes. Pero al revisar el último tomo (LXVII) se encuentra con información de diferentes años como de 1894, 1870, 1926 y 1954, por lo que al parecer no están ordenados de manera cronológica ni por distrito político, sino por orden alfabético de los terrenos o tierras. También hay un detalle digno de resaltar, es que buena parte de la documentación de los primeros años del siglo XX ya está mecanografiada (original y copia), por lo que es más fácil su lectura que aquellos documentos que fueron escritos durante la primera mitad del XIX, en los cuales la caligrafía es compleja de descifrar en algunos casos.

Otro tipo de materiales auxiliares para la investigación histórica

Es importante señalar que en el interior del AGES, además de la documentación ya expuesta, se tiene a disposición otros materiales que no son documentos escritos o impresos, pero que pueden servir como complementos para cualquier investigación de carácter histórica. Me refiero a una colección fotográfica compuesta por más de quinientas imágenes originales, que en su mayor parte corresponden a la ciudad de Hermosillo durante la primera mitad del siglo XX sobre construcciones (edificios públicos, calles, plazas, parques) personajes (políticos, gobernadores, líderes, empresarios, gente de pueblo), así como de eventos públicos (desfiles, conferencias, manifestaciones, etc.)

También se dispone de una colección numerosa de mapas y planos extensos y complejos sobre propiedades rústicas y urbanas, principalmente del viejo Hermosillo de finales del siglo XIX y principios del XX. Esto documentos se refieren a la ubicación de edificios públicos, terrenos de cultivos, ranchos, etc. Alguno de ellos fueron hechos a color, otros más a blanco y negro. Pero no sólo de Hermosillo, sino también de otras ciudades del estado como Guaymas, Ures, Álamos, Ciudad Obregón, Nogales, Arizpe, y de otras partes del país, como de Mexicali sobre su trazo urbano.

Por último, en el interior de la sala de consulta de este acervo público, existe una pequeña biblioteca compuesta por varios libros de investigaciones, novelas, crónicas, monografías, memorias de simposios, compilaciones, tesis, enciclopedias, revistas académicas, etc. que en el último año fue reducida cuando en mayo del 2009 hubo una remodelación en toda esta sala y mucho material bibliográfico fue removido de su lugar a otras partes y que aun no han sido acomodados a su sitio correspondiente. Hay varios de libros ya clásicos sobre la historiografía del estado de Sonora, como de Laureano Calvo Berber, Francisco R. Almada, Manuel S. Corbalá, Flavio Molina, Francisco P. Troncoso, Palemón Zabala, Claudio Dabdoub, Horacio Sobrazo, Enriqueta de Parodi, Roberto Guzmán Esparza, Carlos Moncada Ochoa, etc.

Varios de sus libros han sido por donación tanto de los mismos autores como de algunas instituciones educativas o del gobierno (municipal o estatal). Las tesis también son producto de donación, principalmente de estudiantes de nivel licenciatura y maestría que han donado un ejemplar producto de sus investigaciones que realizaron en este acervo. Sin embargo, en sus anaqueles que constituyen esta biblioteca hay desorden, pues hasta los accesorios de limpieza son colocados de manera irresponsable. Hace unos meses, se colocó un anaquel lleno de decenas de tomos del Diarios Oficial de la Federación, que más que por uso solo funge como un accesorio de coreografía, pues casi nadie lo consulta.

Conclusiones

Esta primera experiencia de conocimiento, exploración y trabajo inicial sobre las distintas fuentes con que nosotros tenemos a disposición, es importante para el trabajo histórico. Cabe destacar que en Sonora, pero en particular en Hermosillo, contamos con importantes acervos y archivos públicos, siendo el más consultado el AGES, que resguarda importantes documentos históricos para realizar investigaciones. Además de las bastantes limitaciones que existen en este lugar, aun hay vasta información de la segunda mitad del siglo XX que todavía no ha sido catalogada, por lo que el periodo más accesible a investigar sería entre 1831-1934, de ahí en adelante no es factible por falta de guías y de una buena catalogación.

En las primeras semanas del presente año, he escuchado el rumor que este acervo será cambiado durante el transcurso de este 2010 a otro edificio, pero que tampoco es el idóneo. También se ha comentado que los directivos del AGES y personal académico del Departamento de Historia de la Universidad de Sonora, han firmado un convenio de trabajo para catalogar información con la ayuda de estudiantes de ese mismo departamento. Por último, falta mayor conciencia tanto del gobierno estatal y de sus actuales directivos en preservar de la mejor manera posible este sitio, pues en las pasados sexenios los gobernadores en turno nombraban como directores a personas que no contaban con el perfil idóneo (por amistad o compradazgo), hasta llegar al grado que durante el sexenio del gobernador Beltrones Rivera un ingeniero fungió como tal (algo que no debe de sorprender a nadie), lo cual es algo difícil de aceptar. Pero como dice la Historia misma: “Aquellos que tienden a olvidar su pasado, tienden a volver a repetir los mismos errores en el futuro”.

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Tuesday, March 09, 2010

Rodolfo Del Castillo López. 30 años de Historia en el Centro INAH Sonora, 1979-2009



“Porque siempre es mejor rescatar y escribir aquellas historias de grandes personajes, que tuvieron un origen modesto”, Eduardo Marcos


Por Eduardo Marcos


El presente trabajo que se desglosa en las siguientes líneas, se focaliza sobre la trayectoria del señor Rodolfo Del Castillo López quien en octubre pasado cumplió treinta años de servicio en el Centro INAH Sonora, y que actualmente ostenta el cargo de “restaurador perito de bienes culturales muebles”. En febrero del año 2008, alcanzó el grado de Maestro en Ciencias Sociales, presentando una tesis relacionada con su trabajo de campo profesional.

El texto además de resaltar la trayectoria de este personaje, es dar a conocer en qué consiste su trabajo que más que ser “técnico”, es interesante por las satisfacciones y vivencias que él ha experimentado a lo largo de tres décadas. Fue entonces el interés de aprovechar la ocasión para aplicarle una entrevista con el fin de plasmar lo más relevante de su trabajo, y dar a conocer cómo es la relación entre la restauración y la Historia .

Rodolfo Del Castillo López nació en Hermosillo, Sonora, el día 28 de septiembre de 1960. Sus padres son Rodolfo Del Castillo Mendoza y Lidia López de Del Castillo (+), quienes formaron una familia integrada por cinco hermanos en total. El nombre oficial del cargo que desempeña es “restaurador perito en bienes culturales muebles”. Actualmente está casado y tiene tres hijos, de los cuales dos están a su cargo.

Fue exactamente el 15 de octubre de 1979 cuando entró a trabajar en el entonces Centro Regional INAH Noroeste (hoy Centro INAH Sonora), pero no como hoy se desempeña. A decir Del Castillo, las condiciones fueron las siguientes: “Yo trabajaba como ayudante de albañil por las mañanas en la construcción de la casa del director del instituto y por las tardes estudiaba la prepa en el Cobach. Esa recomendación que estudia en el Cobach me sirvió mucho y el director estaba esperando algunas plazas de servicios generales y me propuso que terminando la obra en su casa, trabajara para el instituto. Para esas fechas llegaron las plazas, el trabajo que realicé al principio fueron tareas de albañilería, pintura, plomería, chofer; es decir, todo lo referente al mantenimiento físico del edificio”.

Sus primeros años resultaron difíciles, pues debió hacer las cosas de la mejor manera posible para ganarse la confianza de sus jefes. “Al principio te sientes un poco incómodo porque muchas veces dices o piensas que no estás dando el nivel para lo que te contrataron y para que lo que suponías que ibas hacer. Me sentí por un lado mal por algún tiempo, después uno se va moldando a las necesidades y va aprendiendo cada vez más”. No obstante y pese a su juventud (19 años), no se desempeñó mucho en las actividades de mantenimiento, pues pronto se presentó una mejor oportunidad.

A los pocos meses de ingresar al Centro Regional, tuvo la oportunidad de participar en el reacomodo y reubicación de los restos recién encontrados de la Ermita del Padre Eusebio Kino en Magdalena. Ahí recibió la siguiente propuesta: “el ingeniero restaurador a cargo del proyecto, me sugirió que si yo quería estudiar restauración de bienes culturales, que él buscaba la manera junto con el director del Centro para que yo me fuera a la Ciudad de México a estudiar como becario de la Organización de Estados Americanos (OEA) en la Escuela de Restauración Manuel Del Castillo Negrete”. Ese cursó le dio a él las bases teóricas y metodológicas que necesitaba para aplicarlas en la práctica en los talleres de restauración, y que más tarde fue relacionándola con el estudio empírico.

Con el paso del tiempo Del Castillo fue aprendiendo a restaurar una serie de objetos históricos complejos, hechos a base de cuero, de madera, de piedra o de cerámica. Todo esto lo realizaba en el interior de los talleres del instituto, pues ahí “… había bodegas de colección de materiales etnográficos, entonces yo fui a especializarme a esa área. Posteriormente ya a los dos años de antigüedad y de práctica en la restauración, me hicieron aprender el manejo de otros materiales en el que analicé el material arqueológico como la restauración de cerámica, pinturas de caballete, a trabajar escultura policromada de los siglos XVII y XVIII y pintura mural en las iglesias de las misiones que aun se mantenían en el estado”.

Debido a la diversidad y complejidad de bienes históricos-arqueológicos que ha tenido que restaurar en estos años, ha conocido y aplicado muchas técnicas de trabajo de acuerdo a las necesidades de la pieza en cuestión. Una de las más comunes que domina, a decir de Del Castillo, es el llamado “método holandés” que sirve para restaurar las pinturas de caballete, el cual fue aceptado desde el principio en México para este tipo de pintura. Pero también dejó en claro que “hay otras técnicas de limpieza para eliminar pintura o capas de pintura como la del bisturí que es mecánica; hay otra técnica que es química a base de solventes.

También señaló que hay otras como una a base de chorro de arena, otra a base de láser, hay sinnúmero de técnicas en la época actual se han utilizado. “Las técnicas tu las vas a ir diseñando en la medida que tu conozcas el material, de manufactura, de que conozcas esos materiales de que fueron hechas esas piezas. Si no conoces los materiales, las formas o las técnicas de cómo fueron hechos, obviamente se pone más difícil la restauración”.

Su preparación y especialización teórica no se limitó a la beca ofrecida por la OEA, ya que en 1983 asistió a un curso de microfilmación de documentos gráficos impartido por la Universidad de Arizona en Tucson. En 1985 fue parte del equipo de restauradores responsables de la colección del Museo de Sonora del mismo INAH. También llevó cursos de iniciación en museografía, conservación, medidas preventivas y control biológico en museos y bibliotecas del Centro INAH Sonora, así como talleres y seminarios de restauración de arquitectura de tierra tanto en México como en Estados Unidos, entre otros. Desde 1984 es responsable del Taller de conservación y restauración. Más tarde, a partir de la década de los años 90 y hasta la fecha, es el responsable y cuidado del área del museo, espacio que está constituido por una gran variedad de materiales arqueológicos, coloniales, históricos, modernos, y que por lo tanto necesitan ser revisados cada determinado tiempo para evitar su deterioro.

De manera inconsistente, Del Castillo se especializó más en el trabajo de material etnográfico (como él lo llama) como cerámica arqueológica, armas antiguas, restos paleontológicos (como mastodontes o de mamut), así como la ya mencionada pintura de caballete en algunos proyectos restauración para antiguas misiones jesuíticas. Además de lo anterior, ha trabajado la vaqueta, textiles y otros que se han encontrado en cuevas, que son tejidos a base de fibras naturales. En este caso, el restaurador asegura que “cuando se hace más conservación para evitar que esos materiales se pierdan, a veces no es una restauración integral pero sí un proceso de conservación”.

En mayo del año 2002 se hizo cargo (junto con otro compañero) de la restauración de una escultura de madera hecha con técnica policromada: la Virgen de Nuestra Señora de La Asunción, una de las pocas piezas que quedan de este tipo en todo el Noroeste de México, que data desde el siglo XVIII y que pertenece a la comunidad de Opodepe, Sonora. Este trabajo se concluyó totalmente hasta marzo de 2005. Este es sin lugar a dudas, el trabajo más importante que ha realizado Del Castillo. “Fue para mí un reto enfrentar una restauración de ese nivel, porque verdaderamente la escultura estaba muy deteriorada. Muchos pensaban que no íbamos a lograrlo; lo importante de la obra fue que su técnica original de manufactura, fue recubierta a principios del siglo XX con otra técnica conocida como tela enyesada […] Pero al fin de cuentas fue una gran tarea, un gran trabajo y creo que la comunidad quedó bastante satisfecha de nuestra labor como restauradores”.

Del Castillo resalta que no sólo una obra se restaura a “secas”, pues no sólo es un trabajo técnico, ya que se tiene que realizar investigación histórica y social, de cómo se comporta la gente de la comunidad, si de veras es una pieza que le tiene devoción, fe y además que ellos fungen como protectores del patrimonio litúrgico. “Si ellos no participan, el instituto no podría hacer una restauración de ese nivel”. Destaca que una obra de ese tipo informa históricamente muchas cosas, no es solo pues el arreglo técnico.

“Para restaurar una obra de esa categoría se hacen muchas consultas. Uno primeramente tiene que ir al pueblo en donde está la obra, hay que hacer un proceso de observación a simple vista, tiene que hacer anotaciones, llenar un formato, hacer una historia clínica como si fuera un paciente. Iniciamos con la parte superior de la escultura: qué representa, cuál es su nombre, cómo están ubicadas sus extremidades, por ejemplo. Cuáles son sus atributos son muy importantes para definir, a que santo pertenece verdad. Entonces es todo eso una revisión superficial, lo que se hace es una descripción dentro del contexto donde se ubica. Tenemos que establecer un diálogo también como si fuera un documento histórico. De hecho son consideramos documentos históricos aunque no sean papel, pero es un documento que nos va ir diciendo de que está hecho, quien lo hizo, posiblemente tenga una firma… hay muchas preguntas que se le pueden hacer a una escultura o pintura de caballete”.

A lo largo de estas tres décadas, el restaurador ha viajado a muchas partes del estado para trabajar directamente con bienes litúrgicos, sobre todo de iglesias católicas y antiguas misiones jesuíticas, como en Arizpe en la restauración de los retablos de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción en un proyecto que duró cinco años a donde iba tres meses consecutivos cada año. También trabajó en la Iglesia de Caborca; en las pinturas y murales de la Iglesia de Pitiquito, materiales que datan desde el siglo XIX; en Tubutama; en Oquitoa; en Bacadehuachi, en un proyecto elaborado por él sobre una restauración del retablo y las pinturas; en Ures, en piezas de técnicas de óleo sobre metal y tela.

En el plano académico Del Castillo no quiso quedarse sólo con la especialización técnica de bienes litúrgicos y de materiales etnográficos, sino que buscó otros horizontes de superación como el estudiar una carrera profesional. Fue entonces que decidió ingresar a la licenciatura en Historia por la Universidad de Sonora en el verano de 1997, a pesar que no estaba obligado a tener un título profesional, ya que su trabajo es más bien técnico-manual.

Sin embargo para él sí fue importante estudiar esta carrera, porque “con la Historia, le pongo más importancia a la obra, yo platico más con ella, yo trato siempre de conservar ese diálogo, de investigar los materiales de cómo están hecho. Eso me da una pauta importantísima para hacer la restauración de calidad. A quien representa, tienes estudiar parte de la religión, el trasfondo social, la cultura del contexto de esa comunidad… Por lo tanto se tiene que viajar hacia el pasado entre los libros y buscar la técnica que las anteriores personas utilizaron en la elaboración de esa pieza o piezas”.

Considera que la Historia es parte de la restauración, ya que está implícita en todos los procesos de investigación. La restauración es apoyada por la Historia en un alto porcentaje, y no sólo por ella sino también por otras disciplinas científicas. El restaurador debe ver a la Historia como una liga implícita para estudiar mejor los materiales y así la restauración será mejor. “Las aportaciones que me dio la Historia fue la identificación de la obra como objeto de estudio y fuente, pues ésta última tiene una carga ideológica. La otra cuestión fue buscar en los archivos información para saber cuando llegó esa pieza, de que está hecha. La Historia te da armas, metodología, instrumentos, conocimientos para evaluar una obra que va a estar en proceso de conservación. Te da también importancia en el sentido de que puede dialogar con las personas de las comunidades, y eso es importante porque debes demostrar tus conocimientos generales”.

En octubre del año 2002, se tituló como licenciado en Historia por promedio. Más tarde, en marzo de 2005, decide participar en la convocatoria a la Maestría en Ciencias Sociales por El Colegio de Sonora, en el área de “Métodos en investigación histórica” para continuar con su preparación académica. Finalmente, después de una selección y de evaluación de los aspirantes fue aceptado para el periodo 2005-2007, previa licencia laboral. Su interés de ingresar a esta maestría fue, “para que me aportara más conocimientos teóricos acerca de mi trabajo. Presenté un proyecto de investigación relacionado a mi área, directamente con las misiones, iglesias y materiales de ornato que ahí se encuentran”.

Durante su estancia en El Colegio de Sonora, fue depurando su proyecto de investigación gracias a las lecturas teóricas recomendadas por sus profesores y su futuro director de tesis. En febrero del 2008, presentó su examen de grado con el trabajo titulado “La Misión Franciscana en la Pimería Alta, 1768-1820. Un estudio sobre la construcción de los templos y su equipamiento litúrgico”, con el cual recibió mención honorífica y la recomendación de parte del comité evaluador para que fuera publicado en libro por la misma institución.

Después de este logro profesional y personal, Del Castillo se reincorporó a su centro de trabajo para empezar con una nueva perspectiva de estudio e investigación, principalmente en el área cultural haciendo trabajos sobre la existencia de los bienes materiales (pinturas, esculturas) a través de los inventarios que se tienen de las misiones en Sonora, y para abonar nuevas líneas de investigación a la historiografía local. Expresó además su intención de hacer un proyecto que despertara la conciencia social de protección al patrimonio cultural, ya que según él “hacen falta este tipo de estudios en la región. Estamos un poco desvinculados sobre la importancia de los bienes culturales; creo que sería benéfico para la institución y para mí en lo personal”.

Hoy con 49 años de edad, Rodolfo Del Castillo sigue activo y tiene “cuerda” para más años, pues ha presentado ponencias en varios foros, coloquios y simposios regionales, aun sin pertenecer a la “sección de investigación” del INAH por cuestiones de derecho de antigüedad. A corto plazo tiene la visión de estudiar un doctorado que esté relacionado con la historia del arte o cultural, en alguna institución del centro del país, región donde están las mejores en este campo.

A lo largo de estas tres décadas, Del Castillo ha recibido reconocimientos (y satisfacciones también) de parte de diferentes instituciones locales, así como del Centro INAH Sonora. Aunque él considera que lo más importante es el reconocimiento de parte de la gente de las comunidades a donde ha ido a trabajar, pues “el que regreses a una comunidad a restaurar otra pieza litúrgica, es prueba que has hecho bien las cosas y te has ganado la confianza de la misma comunidad”. Asimismo, infinidad de anécdotas e historias personales le ha tocado vivir en estos años: buenas y malas, por supuesto.

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