Monitor Republicano y Liberal ´96

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Investigación histórica, grupera y futbolera

Wednesday, February 16, 2011

La minería en Sonora. Apuntes históricos sobre su origen y desarrollo social- tecnológico




Por Eduardo Marcos


Durante mucho tiempo hasta finales del siglo XIX se mantuvo la idea que el enriquecimiento de una persona o nación, sólo consistía en la obtención y acumulación de metales preciosos como el oro y la plata. Esta idea cambió en los últimos lustros del aquél siglo gracias en gran medida al surgimiento del modelo económico capitalista que se consolidó en grandes países como Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia al considerar que la riqueza de una nación consistía en la manufactura y exportación de artículos, explotación de las tierras, el comercio internacional, entre otros aspectos. Poco después en México, el presidente Porfirio Díaz con la llamada pax porfiriana que impuso en el país, éste se involucró en el sistema capitalista al abrir sus puertas a las grandes inversiones extranjeras, principalmente estadounidense. Una de las principales actividades económicas fue precisamente la minería que entró en un impresionante ritmo de producción, pero que no se centró no sólo en obtener metales preciosos.

A consecuencia de la expansión de capitales extranjeros en la minería, en el país y en el estado de Sonora surgieron nuevos asentamientos poblaciones: los centros mineros. Sin embargo, muchos de éstos quedaron incomunicados de los principales centros urbanos. En el caso de Sonora, estos quedaron enclavados en la zona serrana que con el paso del tiempo empezaron a adquirir una importante fisonomía que en nada se parecía a los antiguos reales mineros que existieron durante el periodo colonial (siglos XVII y XVIII). Esto se debió en gran medida a la construcción de importantes vías férreas para quedar comunicados con puntos fronterizos que a su vez quedaron ligados con los Estados Unidos.

Dos fueron los centros mineros más importantes que se constituyeron a finales del siglo XIX: Cananea y Nacozari que se especializaron en la explotación y producción de cobre, gracias en gran medida a la instalación de maquinaria y procesos productivos de primera tecnología de la época y que fueron propiedad de inversionistas estadounidenses. Al iniciar el siglo XX en la región de la sierra alta sonorense, ya estaban instalados tres grandes empresas productoras de cobre: la Cananea Consolidated Copper Company, la Moctezuma Copper Company y la Tigre Mining Company (en Óputo). Estas lograron mantenerse a flote a pesar de la crisis mundial de 1907, al movimiento revolucionario y a las fuertes restricciones en materia laboral que se desprendieron de la Carta Magna de 1917.

Pero no solo la minería se constituyó como el principal pilar de poder económico y social de los grupos de poder que residían en la zona serrana, ya que también la ganadería en la producción de vacuno experimentó un boom semejante debido a la demanda de parte de los Estados Unidos. Tanto la producción ganadera como minera que se exportaba a través del ferrocarril (también de concesión americana), se construyeron para comunicar aquellas poblaciones de difícil acceso con los puertos fronterizos como Naco y Agua Prieta. El periodo que va de 1926 a 1929 resultó ser el de mayor auge económico para región serrana, debido en gran medida por la expansión que vivía la economía del vecino país del norte. Las minas y plantas metalúrgicas de Cananea era, previo a la depresión mundial, un símbolo de modernidad y auge.

Sin embargo para 1929 nadie imaginaba que el progreso económico y bienestar social que se vivía en la sierra sonorense, en los Estados Unidos y en gran parte de los países relacionados con el sistema capitalista, se vieron trastocados cuando en octubre de aquél año la Bolsa de Valores de Nueva York sufrió una fuerte devaluación financiera que provocó la segunda gran crisis del capitalismo en el siglo XX. Esto repercutió de manera negativa en la estructura socioeconómica de México y Sonora, siendo la zona serrana la más afectada.

Para el mes de mayo de 1930 comenzó la caída del precio del cobre. Las oscilaciones registradas en la cotización de este metal, fueron acompañadas por fuertes barreras arancelarias que aplicó el gobierno de los Estados Unidos con el fin de proteger su producción nacional. Lo anterior se tradujo para que en 1932 el precio del cobre se redujera a 4 centavos de dólar por libra de cobre, lo que colocó a empresas tan poderosas como la Cananea Consolidated al borde de la quiebra. Ante esta situación que se volvió más difícil, las tres compañías de la zona serrana emprendieron una serie de políticas radicales para seguir vigentes como cerrar vetas de explotación y el despido masivo de obreros, según esto a lo incosteable de los procesos de producción. En el caso de la Cananea Consolidated, ésta logró mantenerse a flote con muchos sacrificios, pero redujo su personal laboral casi a un 50%. La Moctezuma Copper no tuvo la misma suerte, ya que en septiembre de 1931 paralizó en definitiva sus actividades, dejando a más de dos mil obreros sin empleo. Por su parte, la Tigre Mining a pesar de utilizar también medidas radicales, no resistió los estragos de la crisis al cerrar en definitiva en 1937.

A parte de lo anterior, un ingrediente extra que vino a hacer esta situación crítica en Sonora, fue el arribo de miles de mexicanos procedentes de los Estados Unidos que fueron despedidos no sólo de los centros mineros, sino también de las fábricas. En 1930 y 1932 unos 210 mil repatriados llegaron procedentes de los estados de Texas y California. En las minas de Bisbee y Douglas (en Arizona) muchos sonorenses también fueron despedidos y arribaron a Cananea y a Nacozari. Después de lo anterior, poco a poco la región serrana fue perdiendo importancia tanto en lo económico como en lo social. Si bien la minería siguió operando, ya no fue lo mismo para las siguientes décadas posteriores a 1929 pues ya nunca se alcanzaron los altos niveles de producción y de cotización del cuatrienio dorado 1926-1929.

Por otro lado, huelga señalar que los gobiernos locales nunca tuvieron del todo un control político de esa región, ya que la influencia económica de origen estadounidense no lo permitió por lo grande que significaron sus inversiones. Los gobiernos estatales después de 1929 empezaron a aplicar una serie de medidas para contrarrestar los graves problemas socioeconómicos y tuvieron como alternativa la explotación agrícola inmediata de los valles agrícolas del sur del estado (el Yaqui y el Mayo). La alta densidad demográfica que existió en la zona serrana con la apertura de los tres complejos mineros, poco a poco fue disminuyendo por las pocas oportunidades que había de trabajo para su población productiva.

A lo largo de la siguiente, la minería sonorense fue sumamente inestable, esto en gran medida por su estrecha vinculación a una dependencia del mercado internacional y en particular a los vaivenes de la demanda del vecino país del Norte. En septiembre de 1939, en Europa se dio un hecho crucial: la invasión de la Alemania nazi sobre Polonia, evento que con el paso del tiempo se convirtió en un gran conflicto internacional que a la postre fue denominado como la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) en el cual las grandes potencias del mundo se vieron involucradas, incluyendo a los Estados Unidos.

Este hecho produjo en México un importante repunte económico y Sonora fue uno de los estados que en cuanto a la producción minera se refiere, experimentó el auge que produjo este evento gracias a la gran demanda de metales y minerales que exigía la industria militar de los Estados Unidos. Los principales centros mineros del estado dedicados a la explotación de grafito, tungsteno y sobre todo las grandes minas de cobre de Cananea y Nacozari, empezaron a reactivar sus socavones para responder a esta demanda altamente rentable y casi ilimitada.

El periodo que comprende la Segunda Guerra Mundial y dada la gran demanda de cobre en la industria bélica, el gobierno de los Estados Unidos a través de una de sus agencias compradoras de metales, The Metals Reserve Corporation, otorgó a la ANACONDA (dueña de la Cananea Consolidated) en octubre de 1942 un crédito por más de 18 millones de dólares destinados para ampliar y modernizar las minas y plantas metalúrgicas de la Cananea Consolidated. La transformación emprendida por esta minera en sus instalaciones, trajo consigo profundas repercusiones que dieron argumentos para sortear posteriormente los años de la posguerra, situación que no sucedió con el resto de las compañías mineras en el estado. Al concluir la conflagración bélica, muchas empresas mineras sufrieron bajas considerables en su producción. En contraste, la Cananea Consolidated realizó trabajos de ampliación y modernización.

Otro evento relevante a resaltar y que fue de gran importancia para la minería mexicana, fue en febrero de 1961 cuando el gobierno federal decretó su mexicanización. Esta medida tuvo como objetivo impulsar el crecimiento de esta actividad económica que se encontraba estancada desde el final de la Segunda Guerra Mundial, al orientar la producción minera hacia los mercados y la industria nacionales y asegurar el control del Estado y de los inversionistas que se introdujeron en las empresas mineras.

Con la mexicanización de la minería emprendida entre 1961 y 1971, se expidieron varias leyes entre las cuales la más importante de todas fue poner un límite a la participación del capital extranjero en las compañías, con un máximo del 49%. Con esto la nueva legislación minera desplazaba así al capital extranjero, el cual ejerció un control absoluto durante la mayor parte del siglo XIX. Asimismo, el proceso de mexicanización sentó las bases para dinamizar al sector y modernizar la planta productiva minera nacional, en base a un nuevo modelo de asociación de capitales que fue el rasgo característico de esta etapa: la asociación de empresas públicas con capitales privados nacionales y con capitales transnacionales.

Además de la participación gubernamental en la propiedad de las empresas mineras, otro renglón importante de la mexicanización fue la entrada de importantes empresarios nacionales que bajo el manto protector de la inversión pública entraron a un sector que les estaba negado. Los principales beneficiarios de esta política fueron algunos de los más poderosos grupos económicos nacionales vinculados con la banca de entonces y la industria. Pronto empezaron a figurar entre los consejos de administración de las principales firmar mineros los apellidos de Pagliali, Alemán, Azcárraga, Madero, Larrea, entre otros.

En el caso de Sonora, para la Cananea Consolidated la mexicanización llegó en noviembre de 1971 cuando esta empresa dejó de der estadounidense y cambió la composición de su capital. Hasta ese momento, su capital era 100% americano y pasó a constituirse por un 51% de capital mexicano y el 49% restante se mantuvo en manos extranjeras. Con esto, la minera sonorense rompía sus viejos lazos de dependencia que por más de medio siglo estuvo unida al capital de inversionistas estadounidenses y que cambió de razón social.

De acuerdo a la revisión exhaustiva hecha sobre material bibliográfico que localicé, a partir de la década de los años 70 una larga lista de nuevas empresas privadas empezaron a operar en el estado en trabajos de exploración, construcción y beneficio en la producción de minerales. Pero de todas esas, sólo seis lograron destacar a nivel regional. La más importante de todas fue sin dudas la Compañía Minera de Cananea (antes Cananea Consolidated). Como segunda empresa estuvo la Compañía Mexicana de Cobre, S. A. localizada en La Caridad (en el municipio de Nacozari de García). Después siguieron la Cía. Minera Lampazos, S. A. de C. V. (en el municipio de Tepache), la Cía. Minera Cumobabi, S. A. de C. V. (en Cumpas), la Cía. Minera La Negra y Anexas, S. A. de C. V. en San Bernardo (municipio de Álamos) y por último la Empresa Barita de Sonora, S. A. (en Villa Pesqueira).

Para 1984 las seis grandes compañías mineras consiguieron cerca del 98% de la inversión acumulada entre 1970 y 1980. Concentraban a su vez más del 97% de la capacidad instalada en las plantas de beneficio y generaron la totalidad del cobre, molibdeno y barita, así como el 80% del oro, plata, plomo y zinc producidos en la entidad. Por otro lado, la gran diferencia en tecnología y economía que separó a los medianos y pequeños con respecto a los grandes productores tiene su explicación en particular en el origen de las seis grandes.

Sin discusión alguna, las dos grandes compañías productores de cobre no sólo eran las modernas e importantes que existían en Sonora al iniciar la década de los 90 desde el punto de vista tecnológico, sino que además concentraban más de la tercera parte de los obreros utilizados en la minería en toda la entidad. Tanto la Minera de Cananea como la Mexicana de Cobre presentan características similares tanto en su perfil tecnológico como en la forma de integración de su fuerza laboral en el proceso productivo. En ambos casos se trata de procesos extractivos de gran escala realizados mediante el sistema de tajo abierto, en donde los equipos de perforación, carga y acarreo, así como gran parte de los equipos auxiliares, están constituidos por maquinaria pesada y en donde la mayor parte de las operaciones del proceso están planificadas mediante sistemas computarizados y coordinados por dispositivos electrónicos.

La diferencia más grande entre las compañías mineras de Cananea y Nacozari tiene que ver con la forma en la que se han introducido innovaciones tecnológicas y con el tejido social sobre el cual se han implantado. En el caso de Cananea, el paso de la minería tradicional a la moderna se dio de manera lenta a partir de ampliaciones y remodelaciones de sus plantas, pero acompañado de fuertes conflictos derivados de la resistencia de los obreros en contra de algunas innovaciones. Esto tiene su explicación en el sentido que Cananea es el único centro minero en Sonora que a lo largo de casi un siglo ha producido su propia fuerza laboral. Una buena parte de sus trabajadores son mineros de tercera generación y que asumen su condición obrera como un orgullo profesional-familiar. A pesar del control vertical que ejerce la cúpula central del sindicato minero nacional sobre la sección local, los mineros han generado diversas estrategias de resistencias contra una modernización que frecuentemente ha significado la pérdida de viejas conquistas sindicales y que poco a poco han quebrado su identidad social.

En cuanto a los orígenes de la actual Mexicana de Cobre, está surgió al inicio de la década de los 60 del siglo XX cuando la ONU llevó a cabo un programa de ayuda y desarrollo en México junto con la participación del gobierno federal en la localización de importantes yacimientos en varios estados del país. Fue en esos tiempos cuando el gobierno nacional tuvo conocimiento de la riqueza minera en cobre que guardaba el municipio de Nacozari y que era uno de los más grandes del mundo. Debido a que el yacimiento cuprífero se encuentra en la sierra alta (una zona de difícil acceso), se llevó a cabo la construcción de importantes obras de infraestructura para comunicarlo con Hermosillo y Agua Prieta. Asimismo, se requirió de la instalación de servicios como energía eléctrica y agua para una mejor explotación.

Por su situación, esta compañía minera empezó a operar desde sus inicios con la tecnología más avanzada del mundo por encima de la de Cananea. Esto le dio la gran ventaja de decidir unilateralmente el diseño de la planta y la organización del trabajo de acuerdo con los criterios técnicos-económicos, sin que la toma de decisiones fuera mediada por la interlocución de un sindicato. En primer lugar la formación del sindicato minero local tuvo lugar hasta 1980, no sin antes ocasionar fuertes polémicas en torno a la naturaleza del trabajo mismo que desembocó en un frío y prolongado conflicto obrero-patronal e intersindical.

Se puede asegurar que la fuerza laboral que se utiliza en La Caridad, está integrada en su mayor parte por gente nueva, tanto por su edad como su falta de experiencia en el ramo industrial. Además de los factores mencionados, muchos de los obreros no son originarios del municipio, sino que proceden de otras partes de la entidad y del país, principalmente del centro-sur. Los obreros de esta compañía están afiliados al Sindicato Minero Nacional, pero que no representan problemas laborales debido a sus características de diversidad regional y que por lo tanto, impiden un fuerte vinculo de unidad social para protestar en contra de los gerentes de la compañía, en contra parte a lo que sucede en Cananea.

NOTA: debido a la configuración de este blog, las notas al pie de página no aparecen porque el sistema no lo permite.



Para conocer más sobre el tema

CHÁVEZ, J. Trinidad y PEÑA, Elsa. “Capítulo XIII. Aspectos de la vida en los minerales 1929-1980”, en Historia General de Sonora, Tomo V Historia Contemporánea 1929-1984. Gobierno del Estado de Sonora/ ISC, 1997.

CONTRERAS MONTELLANO, Oscar F. La minería en Sonora. Modernización industrial y fuerza de trabajo. El Colegio de Sonora- SEP, cuadernos de divulgación, 1986.

CONTRERAS MONTELLANO, Oscar y RAMÍREZ, Miguel Ángel. “Cananea: el largo camino de la modernización”, en Cananea. Tradición y modernidad en una mina histórica. El Colegio de Sonora- Miguel Ángel Porrúa, 1998.

RAMÍREZ, José C., LEÓN, Ricardo y CONDE, Oscar. “Capítulo III. Una época de crisis económica”, en Historia General de Sonora, Tomo V Historia contemporánea 1929-1984. Gobierno del Estado de Sonora, 1997.

RAMÍREZ, Miguel Ángel. “La nueva minería sonorense: historia reciente de una vieja industria”, en La nueva industrialización en Sonora. El caso de los sectores de alta tecnología. El Colegio de Sonora, 1998.

ROMERO GIL, Juan Manuel y LÓPEZ ROMERO, José Carlos. “Crisis y resistencia comunitaria (1929-1934). Tercer acto”, en Memoria del XIV Simposio de Historia y Antropología de Sonora, Vol. 2, Instituto de Investigaciones Históricas de la UNISON, 1990.

SARIEGO, José Luis. “La reconversión industrial en la minería cananense”, en Cananea. Tradición y modernidad en una mina histórica, El Colegio de Sonora- Miguel Ángel Porrúa, 1998.

VALENCIA, Ismael. “La vieja y nueva minería sonorense”, en Los cambios en el norte de México: el caso de Cananea, Departamento de Economía de la UNISON, 1998.


Fotografía: Mineros de la Cananea Consolidated, ca 1910, en La frontera nómada. Sonora y la Revolución Mexicana, de Héctor Aguilar Camín, Cal y Arena, 1997, s.p.

Tomada por Eduardo Marcos.

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Friday, March 26, 2010

Archivo General del Estado de Sonora. Un acervo valioso y descuidado por sus autoridades locales




Para el ilustre cronista y microhistoriador Juan Ramírez Cisneros, de Guaymas, Sonora.

Por Eduardo Marcos

Introducción

El Archivo General del Estado de Sonora (AGES) es una dependencia pública que forma parte de la Secretaría de Gobierno estatal, y que con el paso de los años es considerado sin discusión alguna, como el acervo histórico y documental más importante en la entidad. No solamente ha sido consultado por investigadores/ estudiantes locales, sino también por nacionales provenientes de otras latitudes y centros de investigación. Aunque parezca algo difícil, ha sido visitado también por gente del extranjero, principalmente de Estados Unidos, Francia, Inglaterra y España en busca de información para argumentar y construir sus trabajos profesionales (tesis) de investigación.

Este recinto documental no sólo ha tenido como sede el edificio que hoy ocupa en la actualidad: la calle Garmendia en más de veinte años, pues a lo largo de su historia ha tenido como sede varios sitios debido a cuestiones administrativas y de espacio. Sin embargo, este sitio no es el adecuado, ya que no cuenta con los requisitos necesarios para ser su albergue y digno a su altura. Por otro lado, ha sufrido modificaciones en su nombre porque anteriormente era conocido como Archivo Histórico del Gobierno del Estado de Sonora (AHGES); pero en realidad, son pocos los historiadores que saben cuál es su nombre oficial y que también ha pasado por desapercibido: Dirección General de Archivo y Documentación (DGAD).

Sin embargo, los nombres anteriormente señalados no reflejan el contenido verdadero de este archivo. Sería más conveniente que se llamara por decreto estatal Archivo General del Poder Ejecutivo del Estado de Sonora, pues sólo concentra información de ese poder local, ya que los otros dos poderes locales cuentan con sus respectivos archivos que están totalmente desligados del AGES. Quizás al principio sí concentra información de los tres niveles, pero después se fue sacando esa información para ser entregada a los poderes Legislativo y Judicial.

Este archivo tiene su origen de creación cuando se dio la fragmentación política y definitiva entre Sonora y Sinaloa (que entonces constituían el Estado Unido de Occidente) en octubre 1831 a través del Acta Constitutiva federal y que Sonora tuvo como primera capital la ciudad de Hermosillo en ese mismo año. Es posible suponer que el archivo cambiara de sede durante el turbulento siglo XIX por cambios de capital a otras ciudades, como lo fueron Arizpe y Ures, ésta última fue capital de manera continua de 1847 a 1879 cuando los poderes locales regresan a Hermosillo para quedarse definitivamente.

El presente texto es resultado de mi amplio conocimiento y experiencia de trabajo que he realizado en este acervo durante varios años, desde marzo del 2004 cuando fui a consultarlo por primera vez: unas veces por “hobby” y otras por actividades de investigación. En las siguientes líneas haré una amplia descripción de lo que es y lo que guarda en su interior el AGES, el cual consta con cinco grandes secciones de documentación a saber: el Fondo Ejecutivo (el más importante y con más tomos), el Fondo de Notarías, el Fondo de Prefecturas, el Fondo de la Oficialía Mayor, el de Títulos primordiales, la colección del Boletín Oficial y otros tipos de documentación de menor difusión.

Aclaro que este texto es sólo una gran guía y no algo definitivo, completo o absoluto, de aquí que deba tomarse como una introducción. La dirección completa del AGES es Calle Garmendia Sur no. 157, casi esquina con avenida Serdán, en Hermosillo, Sonora y la imagen que ilustra este texto es del edificio que alberga dicho archivo (que fue tomada con mi cámara digital SONY Caber-shot de 10.1 megapixels). El horario de servicio y consulta de los documentos histórico,s es de 8: 00 a.m. a 2: 30 p.m., de lunes a viernes, excepto días festivos y puente.

El Fondo Ejecutivo, el más voluminoso y consultado; Prefecturas y Oficialía Mayor
Este fondo contiene documentación que va del año de 1797 al año de 1897. La información que resguarda está contenida en expedientes (folders) y éstos a su vez en cajas de cartón duro (en color negro) para una mejor protección y que se denomina como tomos. Por lo que respecta a las dificultades o facilidades que se tienen que enfrentar al momento de revisar los tomos de este fondo, son las siguientes. Para empezar, en el interior de la sala de consulta de este archivo, se tiene a disposición varias guías o libros especiales que sirven para realizar una rápida búsqueda al momento de buscar algún tema determinado.

En el caso de este fondo, existe una guía en forma de carpeta que consta de 74 cuartillas, las cuales son una amplia relación de temas disponibles a consultar, como los siguientes: administración estatal, asuntos eclesiásticos, campañas antiapaches, construcciones públicas, expedición de decretos, elecciones (municipales, estatales, federales), enfermedades y epidemias, Hacienda pública, indígenas (como yaquis, mayos, seris, ópatas), rebeliones y todos tipo de movimientos similares en contra del gobierno, intervenciones e invasiones extranjeras, temas de milicia, nombramientos políticos, terrenos y Tesorería.

En el Fondo Prefecturas existen documentos muy parecidos al fondo anterior, sólo que son menos en temas y tomos. En general, se refiere más bien a documentación de tipo gubernamental que expidieron los prefectos políticos de Sonora durante la mayor parte del siglo XIX. Los temas más relevantes que se identificaron, según el índice que se dispone son sobre Ministerios, Legislaturas, Congresos, Prefecturas, Ayuntamientos, Hacienda, Tesorería general, elecciones, consulados, educación, Justicia, registro civil y de Apaches. El tipo de material de los tomos de este fondo, a diferencia con los del Ejecutivo, es más rústico en el tipo de cartón que representa el tomo y que no se subdividen en expedientes. Esto ha provocado que este tipo de documentación tienda a deteriorarse más pronto.

Además, es importante resaltar que documentación de este fondo ya no está disponible (aparecen anotaciones en color amarillo) en la guía, pues al parecer en el año 2003 ésta fue traspasada de manera irresponsable al Ejecutivo, ahora con una nueva nomenclatura. Esto ha provocado entre algunos investigadores/ historiadores molestias cuando vuelve a consultar aquellos tomos traspasados, pues llevan la referencia que trabajaron antes del 2003, y ahora tendrán que batallar para volver a localizar aquella documentación que originalmente estaba en el Prefecturas.

Continuamos con el Fondo de Oficialía Mayor (que sería como la segunda parte del Ejecutivo), contiene documentación que comprende del año de 1900 a 1930. Existen seis “libros-índices” que se dividen en varios periodos. En el interior de cada uno de estos “libros-índices” hay decenas o centenares de tomos, en los cuales se pueden apreciar temas interesantes y en mayor cantidad como los siguientes: economía, elecciones, política, decretos, alcoholes, industria, extranjeros, minería, producción harinera, finanzas, revueltas indígenas, educación, seguridad pública, etc. Sin lugar a dudas, este periodo del México independiente en Sonora ha sido el más socorrido por estudiantes e historiadores locales, pues ha proporcionado material para varios trabajos de tesis a nivel licenciatura, maestría y doctorado en Historia por instituciones como la Universidad de Sonora y El Colegio de Sonora.

Estos “libros-índices” son de gran utilidad para el usuario porque facilitan una búsqueda más ágil y directa, sin tener que revisar tomo por tomo para encontrar la información deseada, lo cual sería una larga, ingrata y poco fructífera tarea, en aras de administrar tiempo y esfuerzo. Sin embargo, varias de estas “guías” ya están en malas condiciones de conservación, pues se aprecian pequeñas roturas, pequeños pedazos fragmentados, letras y números poco visibles. También existe información que no corresponde con los datos señalados o que de plano ya no existe (al parecer fueron hurtados) y por si fuera poco, no hay un respaldo (en fotocopias o electrónico) de estos “libros-índices”.

Fondo de Notarías: una fuente rica y poco explotada
Ahora es pertinente comentar el tipo de documentación que se concentra en este fondo, el cual se divide en dos secciones: “Notarías siglo XIX” y “Notarías siglo XX”. La primera consta con aproximadamente 340 libros de protocolos empastados en cartón duro, que fueron redactaron principalmente notarios públicos y jueces de instancia y que abarca los ocho distritos políticos en los que estuvo dividida la entidad durante el siglo XIX. Muchos de estos libros comprenden el periodo 1867-1902 para los casos de Hermosillo, Guaymas, Álamos y Magdalena con mayor cantidad de información disponible. Desgraciadamente no existe un índice o guía formal para esta sección del siglo XIX, por lo que cada investigador (o ayudante, en su defecto), deberá revisar cada tomo, tomando en cuenta el periodo y el distrito que desea investigar hasta encontrar lo que busca. Varios de estos libros han sido retirados de su área original, pues ha sido infestados por termitas.

La segunda sección “Notarías Siglo XX” es más rica en materia prima y se subdivide en dos series: Notarios y Jueces. Existen en total aproximadamente 150 cajas en cartón plastificado, y cada caja comprende 8 libros, lo que da un total de 1 400 libros y comprenden un periodo de 1902 a 1933 sobre las principales ciudades como Hermosillo, Guaymas, Álamos, Cananea, Nogales y Magdalena, principalmente. En este caso, se cuenta con una voluminosa guía en forma de carpeta que se divide en dos partes para una mejor consulta.

El tipo de información que cuenta esta sección es sobre actas notariales que tratan temas relacionados con testamentos, constitución de compañías mercantiles, de industrias, centros mineros; traspaso de poderes, compra-ventas de propiedades (fincas rústicas, terrenos, casas), confiscación de propiedades, convenios entre particulares y gobierno, entre otros temas más. Lo interesante de esto es que aparecen nombres de importantes figuras del campo de la política, milicia, empresarial del Estado en aquellos años como Ramón Corral, Luis E. Torres, José María Maytorena, Luis A. Martínez, Álvaro Obregón, entre otros. Como puntos negativos es que varios libros están en pésimas condiciones porque también han sido “invadidos” por termitas, lo cual limita su consulta por parte del usuario.

Sección del Boletín Oficial y otros periódicos

Está la sección del Boletín Oficial del Gobierno del Estado de Sonora, medio impreso en el cual el Ejecutivo local en turno ha emitido decretos, leyes, reglamentos, acuerdos, etc. de 1915 a la fecha y tiene su origen desde la época del gobierno provisional del general guaymense Plutarco Elías Calles. El actual Boletín Oficial es una de las fuentes hemerográficas poco explotadas por los actuales historiadores, pero que a través del tiempo ha sufrido importantes modificaciones en su estructura y contenidos. La primera edición de este medio oficial, también subtitulado “Órgano del Gobierno Constitucionalista”, salió a la luz pública el día 13 de septiembre de 1915, editado en la población fronteriza de Agua Prieta, Sonora, sede aún del gobierno militar encabezado por Calles.

Los primeros siete números de este medio se editaron en la fronteriza población de Agua Prieta, hasta que concluyeron las batallas entre las facciones rivales en noviembre de 1915 con la victoria definitiva del jefe guaymense. Este a su vez trasladó su gobierno a la capital del Estado, saliendo el número ocho el 11 de diciembre ya en Hermosillo, todavía a cargo de la Secretaría de Gobierno. Durante los nueve meses que el jefe revolucionario estuvo al frente del gobierno estatal, emitió varios decretos relacionados a su política socioeconómica y moral, así como disposiciones, leyes, avisos y circulares. Con el tiempo a este medio se le fueron agregando resoluciones de pleitos legales, anuncios de interés público y todas aquellas disposiciones que el gobierno federal enviaba al gobernador para su respectivo cumplimiento.

Es hasta la edición número 3 Tomo III del 15 de julio de 1916, cuando aparece su primer director, cargo que recayó en Salvador Escudero nombrado por el siguiente gobernador provisional, Adolfo De la Huerta. Es importante señalar que este medio sustituyó a otros órganos oficiales como El Estado de Sonora del derrotado gobierno de José María Maytorena (1911-1915) y a La Constitución del régimen porfirista local, para perpetuarse hasta nuestros días. En la década de los años veinte, su tamaño en tabloide cambió a carta para un mejor manejo.

Hoy en día la mayoría de los números del Boletín Oficial publicados dentro del contexto revolucionario (1915-1927), se encuentran encuadernados en libros de pasta dura por periodos de dos o tres años, aunque algunos de éstos se encuentran en malas condiciones para su consulta debido a lo deteriorado del papel por el paso de casi 100 años de historia. Este tipo de fuente es esencial para quienes deseen investigar este periodo, por lo que sería conveniente que fueran microfilmados o digitalizados para preservar su valioso contenido, que por sí mismos constituyen la memoria histórica del pasado sonorense.

Además del Boletín Oficial, existen otros medios oficiales y “cuasi-oficiales” que también son históricos y que están encuadernados en pasta gruesa. Me refiero a La Estrella de Occidente de Ures y La Constitución de Hermosillo. Al igual que el Boletín Oficial, varios de ellos están en malas condiciones lo cual impide su consulta por parte del personal encargado, particularmente La Estrella de Occidente que tiene más de siglo y medio de existencia (y también por su extenso tamaño). Su primer número fue emitido en 1859, bajo el régimen del general Ignacio Pesqueira García. En cuanto a La Constitución, existen pocos números disponibles, especialmente para el periodo 1900-1910.

Además de los anteriores, existen otros periódicos denominados “cuasi-oficiales” que surgieron después de 1915 en las principales poblaciones del estado y que fueron subsidiados por los gobiernos provisionales tanto de Calles como de Adolfo De la Huerta. Entre estos fueron Orientación fundado en Hermosillo (1915), La Montaña en Cananea (1916), La Razón en Guaymas (1916), La Palabra en Nogales (1916) y Savia Nueva (1916). Los cuatro últimos fueron a iniciativa de De la Huerta y perduraron hasta 1922 en general. Actualmente sólo existen algunos ejemplares de cada uno de los cinco, y varios de ellos están en proceso de deterioro por el paso del tiempo, uso y mal cuidado. Es posible que existan otros periódicos posteriores a 1920 y de otras poblaciones sonorenses.

Fondo de Títulos primordiales

De todos los fondos existentes, este es que menos he consultado a lo largo de estos años. Se refiere más bien a terrenos y tierras con sus respectivos nombres, los cuales se localizan (o localizaron) en los ocho distritos políticos del siglo XIX, pero principalmente de Hermosillo, Alamos, Ures y Arizpe, según la guía de relación que se dispone para este fondo. Es tipo de documentación abarca desde finales del siglo XVIII hasta mediados del XX. Existen actualmente 67 tomos (cajas de pasta dura en color negro), los cuales agrupan poco mas de 850 expedientes (un tomo contiene en promedio entre 10 y 14 expedientes.

Sin embargo, al revisar el primer tomo (I), la información que contiene comprende en su mayor parte años de 1831 y 1832, aunque también hay de 1857 de otros años más distantes. Pero al revisar el último tomo (LXVII) se encuentra con información de diferentes años como de 1894, 1870, 1926 y 1954, por lo que al parecer no están ordenados de manera cronológica ni por distrito político, sino por orden alfabético de los terrenos o tierras. También hay un detalle digno de resaltar, es que buena parte de la documentación de los primeros años del siglo XX ya está mecanografiada (original y copia), por lo que es más fácil su lectura que aquellos documentos que fueron escritos durante la primera mitad del XIX, en los cuales la caligrafía es compleja de descifrar en algunos casos.

Otro tipo de materiales auxiliares para la investigación histórica

Es importante señalar que en el interior del AGES, además de la documentación ya expuesta, se tiene a disposición otros materiales que no son documentos escritos o impresos, pero que pueden servir como complementos para cualquier investigación de carácter histórica. Me refiero a una colección fotográfica compuesta por más de quinientas imágenes originales, que en su mayor parte corresponden a la ciudad de Hermosillo durante la primera mitad del siglo XX sobre construcciones (edificios públicos, calles, plazas, parques) personajes (políticos, gobernadores, líderes, empresarios, gente de pueblo), así como de eventos públicos (desfiles, conferencias, manifestaciones, etc.)

También se dispone de una colección numerosa de mapas y planos extensos y complejos sobre propiedades rústicas y urbanas, principalmente del viejo Hermosillo de finales del siglo XIX y principios del XX. Esto documentos se refieren a la ubicación de edificios públicos, terrenos de cultivos, ranchos, etc. Alguno de ellos fueron hechos a color, otros más a blanco y negro. Pero no sólo de Hermosillo, sino también de otras ciudades del estado como Guaymas, Ures, Álamos, Ciudad Obregón, Nogales, Arizpe, y de otras partes del país, como de Mexicali sobre su trazo urbano.

Por último, en el interior de la sala de consulta de este acervo público, existe una pequeña biblioteca compuesta por varios libros de investigaciones, novelas, crónicas, monografías, memorias de simposios, compilaciones, tesis, enciclopedias, revistas académicas, etc. que en el último año fue reducida cuando en mayo del 2009 hubo una remodelación en toda esta sala y mucho material bibliográfico fue removido de su lugar a otras partes y que aun no han sido acomodados a su sitio correspondiente. Hay varios de libros ya clásicos sobre la historiografía del estado de Sonora, como de Laureano Calvo Berber, Francisco R. Almada, Manuel S. Corbalá, Flavio Molina, Francisco P. Troncoso, Palemón Zabala, Claudio Dabdoub, Horacio Sobrazo, Enriqueta de Parodi, Roberto Guzmán Esparza, Carlos Moncada Ochoa, etc.

Varios de sus libros han sido por donación tanto de los mismos autores como de algunas instituciones educativas o del gobierno (municipal o estatal). Las tesis también son producto de donación, principalmente de estudiantes de nivel licenciatura y maestría que han donado un ejemplar producto de sus investigaciones que realizaron en este acervo. Sin embargo, en sus anaqueles que constituyen esta biblioteca hay desorden, pues hasta los accesorios de limpieza son colocados de manera irresponsable. Hace unos meses, se colocó un anaquel lleno de decenas de tomos del Diarios Oficial de la Federación, que más que por uso solo funge como un accesorio de coreografía, pues casi nadie lo consulta.

Conclusiones

Esta primera experiencia de conocimiento, exploración y trabajo inicial sobre las distintas fuentes con que nosotros tenemos a disposición, es importante para el trabajo histórico. Cabe destacar que en Sonora, pero en particular en Hermosillo, contamos con importantes acervos y archivos públicos, siendo el más consultado el AGES, que resguarda importantes documentos históricos para realizar investigaciones. Además de las bastantes limitaciones que existen en este lugar, aun hay vasta información de la segunda mitad del siglo XX que todavía no ha sido catalogada, por lo que el periodo más accesible a investigar sería entre 1831-1934, de ahí en adelante no es factible por falta de guías y de una buena catalogación.

En las primeras semanas del presente año, he escuchado el rumor que este acervo será cambiado durante el transcurso de este 2010 a otro edificio, pero que tampoco es el idóneo. También se ha comentado que los directivos del AGES y personal académico del Departamento de Historia de la Universidad de Sonora, han firmado un convenio de trabajo para catalogar información con la ayuda de estudiantes de ese mismo departamento. Por último, falta mayor conciencia tanto del gobierno estatal y de sus actuales directivos en preservar de la mejor manera posible este sitio, pues en las pasados sexenios los gobernadores en turno nombraban como directores a personas que no contaban con el perfil idóneo (por amistad o compradazgo), hasta llegar al grado que durante el sexenio del gobernador Beltrones Rivera un ingeniero fungió como tal (algo que no debe de sorprender a nadie), lo cual es algo difícil de aceptar. Pero como dice la Historia misma: “Aquellos que tienden a olvidar su pasado, tienden a volver a repetir los mismos errores en el futuro”.

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Monday, February 01, 2010

Fuentes y acervos para la investigación histórica en Hermosillo



Por Eduardo Marcos

Prólogo a la segunda edición
En octubre del año 2006, publiqué un texto en este blog titulado “Archivos en Sonora: el AGES”, título que me pareció pobre para lo que pretendí escribir aquella vez. Después de actualizar mi e.mail fui recibiendo mensajes de personas que pidieron ayuda, asesoría o información sobre esta temática; algunos más dejaron sus comentarios abajo del mismo texto. Los locales querían saber la dirección del Archivo General del Estado de Sonora (AGES) porque deseaban buscar alguna información clave para asuntos familiares. Incluso, hubo un ciudadano español que me escribió para saber el origen del apellido “Murrieta” y que me preguntó cómo era en el interior de ese archivo. También un académico de una universidad del Occidente del país, creía que yo era un empleado o que este blog era la página oficial del AGES.

A cada uno, le dí la respuesta que mejor pudiera responder a sus necesidades. Pero también me di cuenta que ese texto (aun sigue en este blog) presentaba errores, lagunas y omisiones en algunos puntos, por lo que me llevé a la tarea de corregirlo de mejor manera posible en esta nueva versión, aprovechando mi experiencia y conocimientos, pues en el último año visité varios archivos locales dentro de mi trabajo como historiador: INDAGAR. Pero a diferencia de esta ocasión, no se publicará nada con respecto al AGES, pues este texto estará muy cargado, y aun me falta agregar más información para que quede también de la mejor manera posible, pues deseo que todo aquel público aficionado a la historia regional sonorense sepa lo que se guarda en ese inmueble. Lo publicaré más adelante y sólo. Sé que éste texto no podrá ser del agrado de otro más pues quizás no estén del todo de acuerdo con lo que se expresa. Sin embargo, está hecho con mucho amor.

1.- Introducción. En busca de la definición del término “fuente histórica”
Todo historiador o investigador que estudie el pasado de alguna sociedad, necesita fuentes para construir y justificar su interés sobre algún tema de carácter histórico, siendo éstas primarias o secundarias, pero principalmente las primeras porque constituyen la visión original de los hechos del pasado sin estar “contaminadas” por la interpretación de otro investigador hecha desde el presente.

Al hablar o manejar el concepto de fuente es un término que puede resultar complejo en su definición, particularmente en el campo de la Historia. “Fuente” puede ser todo aquello que de alguna manera guarda cierta información de conocimiento, y en esto me refiero desde una hoja de árbol hasta el chip de memoria de una computadora. Por lo tanto, hay que buscar o aplicar un sinónimo más preciso en la práctica histórica; en este sentido, se manejará el concepto de documento histórico.

Con frecuencia los historiadores tienen la idea equivocada que fuente o documento histórico debe ser necesariamente algo escrito que alguna persona o institución pública dejó con el fin de darle validez y peso a su argumento, ignorando que en muchas ocasiones también se tiene a disposición otros materiales (escritos o no escritos) que pueden ser útiles. Pierre Salmon señala que en la mayoría de los casos el “documento histórico es un documento escrito, a mano o impreso. También puede ser un documento grabado o audiovisual […] transmitido por el sonido o la imagen o una simple tradición oral. Puede ser también un documento figurado (materiales), que difícilmente captaremos su significado”1.

Tratando de explicar la idea de fuente o documento histórico, es difícil ponerla en práctica porque la mayoría de los historiadores suelen limitarse al documento escrito como se ha expuesto. El filósofo e historiador británico Robin George Collingwood, define fuente como un texto que contiene una declaración o declaraciones sobre un determinado tema; y esta definición tiene alguna utilidad práctica, porque ayuda al historiador a dividir la literatura total disponible2. Collingwood en su obra Idea de la Historia, aborda un amplio debate en relación al uso de “fuentes escritas” y “fuentes no escritas”, esto debido a la formación profesional que tuvo después como arqueólogo, lo cual lo hizo un amplio conocedor de materiales no escritos.


2.- Fuentes primarias y secundarias

Las fuentes con las que los historiadores suelen trabajar en la argumentación de sus teorías históricas se dividen en dos grandes tipos: primarias y secundarias. Se definen como “fuentes primarias” aquellas que fueran producidas en una determinada época ya pasada (cuando menos 30 años atrás), en las cuales los testigos que presenciaron algún evento dejaron evidencias de lo que pasó y que el historiador recurre a ellas por el hecho que son directas y que a priori están libres de criterios, juicios e interpretaciones hechas desde el presente. La mayoría de éstas son documentos escritos y por lo general se almacenan en acervos (archivos o bibliotecas) que pueden ser documentos originales como decretos, cartas, reglamentos, actas, constituciones políticas, boletines, leyes, manifiestos, informes, mapas, etc.

Las “fuentes secundarias” como su nombre lo señala, se derivan de las primeras y que suelen estar llenas de interpretaciones y juicios por otros estudiosos. Se reducen de manera drástica en variedad en comparación a las primarias, aunque son más numerosas. La mayoría de este tipo de fuente se constituye por libros, tesis, revistas, que comúnmente conocemos como bibliografía, y que producto de trabajos contemporáneos realizados por investigadores sobre un tema en particular. En estos casos, sus autores (con mayor o menor énfasis) tuvieron que emplear fuentes primarias para la construcción y explicación de sus argumentos. Es recurrida por los historiadores antes de iniciar con algún proyecto de investigación con el fin de saber qué se ha escrito sobre el tema a investigar y la relación que se obtiene se conoce como balance historiográfico. Con frecuencia, la bibliografía puede fungir como material de refuerzo para el historiador en la explicación de sus argumentos históricos.

3.- Historia oral y otras fuentes
Otro tipo de fuente que se puede considerar como primaria bajo ciertas reservas, es la “historia oral” que en los últimos años ha cobrado una gran relevancia entre los científicos sociales, principalmente antropólogos y sociólogos, pero que también los historiadores han recurrido a ella para proyectos de investigación social de carácter contemporáneo, particularmente de movimientos antagónicos contra instituciones de gobierno. La historia oral que se enseña actualmente en las aulas universitarias, ha pasado de una simple técnica de trabajo a una amplia metodología de investigación para el historiador.

La historia oral surgió de la Escuela Inglesa del siglo XIX y se clasifica a su vez en tres categorías: “tradición oral”, “memoria colectiva” y “recuerdo”. Con frecuencia se señala que este tipo de fuente se utiliza para contradecir o reafirmar la versión que ofrecen los documentos oficiales escritos. Es el producto del recuerdo de testigos vivos que lograron presenciar en algún momento de su vida (como actores o espectadores), ciertos sucesos y que con el paso del tiempo, se convirtieron en históricos debido a su transcendencia social o política.

También se cuentan con las hemerográficas que se constituyen por periódicos (comerciales y oficiales), que se conservan principalmente en hemerotecas públicas o de empresas periodísticas. Este tipo de fuente empieza a tener transcendencia histórica antes de 1950, aunque pueden ser utilizadas después de esa fecha para trabajos contemporáneos. Algunos historiadores las consideran “documentales” y no “históricas”, según el criterio de cada historiador.

Están las “memorias personales” sobre ciertos sucesos relevantes que fueron escritas en su momento por personajes relevante (como funcionarios de gobierno, viajeros, exploradores militares) para dejarlas a la posterioridad con o sin la intención que fueran leídas. Varias memorias han sido reeditadas en años recientes en formatos de libros o en ediciones facsimilares. Para el trabajo histórico los informes de gobierno o memorias administrativas es otro tipo de fuente, que han emitido los representantes de los tres niveles de gobierno en sus respectivas épocas (alcaldes, gobernadores o presidente de la República), siendo los de mayor peso histórico antes de 1950. Los censos de población o económicos es otra opción, los cuales fueron elaborados por dependencias de gobierno y son utilizados para el análisis cuantitativo de ciertos fenómenos histórico-sociales, aplicando como metodología la estadística demográfica.

Están disponibles otro tipo de fuentes no documentales son objetos materiales, tales como cartas o diarios personales, fotografías, artefactos (herramientas de trabajo, utensilios domésticos) o expresiones artísticas (pinturas, edificios, monumentos, imágenes religiosas, etc.) que nos indiquen la evidencia de algún rastro de la cultura del hombre, en un determinado espacio geográfico. Se pueden considerar como “fuentes inactivas”. Con respecto a este tipo de fuente, Collingwood resalta que entre los historiadores profesionales y los de “tijera y engrudo”, los primeros no las emplean por no ser escritas, mientras que los segundos las emplean en menor medida como auxiliares de las “fuentes escritas” El motivo por el cual no sean usadas con frecuencia es porque no son textos que contengan declaraciones hechas por otras personas3.

Archivos. Definición y características básicas

Para todos los estudiosos que estén interesados en conocer, estudiar y explicar el pasado sobre un determinado hecho social, el archivo constituye el principal sitio de materia prima para el historiador. La mayoría de estos sitios son públicos, bajo el resguardado de instituciones de gobierno o autónomas; y algunos más son de carácter privado, siendo estos personales o familiares y que su acceso no es tan fácil. Los públicos pueden ser administrativos, militares, parroquiales (semi-restringidos), notariales, judiciales, etc.

Eduardo Chávez Sánchez considera al archivo como un ser vivo, en constante crecimiento y desarrollo, el cual siempre aumenta su contenido tanto al interior como al exterior. Para él, la palabra archivo tiene un origen incierto en el que todavía no hay un acuerdo único entre los historiadores. Se manejan tres propuestas de derivación: la primera que viene de arx, arca, arcaum, que significa “arca”, “casa depósito”. La segunda propuesta es que proviene del término arxaios, que significa “arcaico” o “antiguo”; y la tercera viene de arjeion, que significa “sede de la autoridad”, o “lugar donde se ejercita la autoridad”4. Como se aprecia, cualquiera de las tres propuestas pueden ser el origen etimológico de la palabra “archivo”.

Camarena y Villafuerte definen “archivo” como un conjunto de documentos generados por instituciones o por individuos según sus intereses. Las instituciones generan documentación, según sus objetivos y las normas que lo regula; tal documentación habla del funcionamiento de la institución y de la sociedad de la cual forma parte, ya que entre ésta y sus instituciones hay una relación de mutua influencia5. El archivo permite al estudioso conocer el funcionamiento de una sociedad, sus instituciones y las normas que rigen a los hombres y mujeres en una determinada época. Es la memoria institucional de la sociedad en la cual los testimonios se expresan a través de los documentos generados en ese momento histórico; donde aparecen las acciones y las formas de pensar de los miembros de esa sociedad.

En nuestro país contamos con importantes bibliotecas, hemerotecas y archivos de carácter histórico y público. Entre estos podemos citar al Archivo General de la Nación (AGN), que es considerado el máximo recinto documental para cualquier historiador nacional o extranjero. Otros acervos nacionales considerados importantes son el Archivo Histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional (AHSDN), el Archivo Histórico “Genaro Estrada” de la Secretaría de Relaciones Exteriores (AHGE- SRE), la Biblioteca y Hemeroteca Nacionales (ambos bajo la jurisdicción de la UNAM). Todos éstos se ubican en México, D. F. y cuentan con portales en internet para mayor información y consulta previa. Ahora daré a conocer que acervos existen en Sonora, para la búsqueda de fuentes primarias y secundarias, en la construcción o reconstrucción de nuevos estudios históricos.

Sonora y sus principales acervos documentales

A diferencia de los que ocurre en el centro-sur de la república mexicana donde existe una alta concepción sobre la importancia del cuidado de los archivos, en el norte mexicano pocos son los que se encuentran en buenas condiciones, principalmente de los tres niveles de gobierno. En Hermosillo, tenemos a disposición los siguientes sitios abiertos al público: el Archivo General del Estado de Sonora (AGES), considerado como el más grande e importante en la entidad; el Archivo Histórico de la Universidad de Sonora (AHUS); la Sala del Noroeste tiene a su cargo el fondo “Fernando Pesqueira” (que contiene leyes y documentos históricos), así como decenas de libros sobre historia regional editados durante el siglo XIX y primera mitad del XX; la Hemeroteca de la UNISON, que además de resguardar periódicos locales, estatales y nacionales como El Imparcial, El Pueblo, El Independiente (antes El Sonorense), Cambio Sonora, Tribuna del Yaqui, etc., desde 1943 a la fecha. También ofrece servicio en la consulta de almanaques, revistas académicas, del Diario Oficial de la Federación y Boletín Oficial editado por el Gobierno del Estado de Sonora, entre otros.

Por otro lado, están los fondos históricos del Centro Archivístico de la Casa de la Cultura Jurídica, que pertenece al Poder Judicial de la Federación; del Archivo General del Poder Judicial del Estado de Sonora; del Archivo del Congreso del Estado de Sonora; del Archivo del Registro Agrario Nacional; del Archivo Municipal de Hermosillo; y los dos archivos eclesiásticos que resguarda la Catedral Metropolitana. Uno de ellos es el “Histórico de la Arquidiócesis de Hermosillo” que concentra los fondos Episcopal (1758-1962; 2 secciones, 19 series) y el Arquidiocesano (1963-2002; 3 secciones, 16 series).

Mención especial merece señalar dos importantes bibliotecas: la “Ernesto López Yescas” del Centro INAH Sonora, especializada principalmente en temas sobre Antropología, Historia, Arqueología, Lingüística. En su interior resguarda el fondo “López Yescas” en honor al presbítero que donó muchos libros, revistas y periódicos católicos locales y nacionales, que fueron de su propiedad. Además, la biblioteca tiene una colección de documentos en microfilms sobre archivos parroquiales de diferentes partes del estado y años, de correspondencia de gobierno, libros, censos, periódicos, etc.

La biblioteca “Gerardo Cornejo” de El Colegio de Sonora, es considerada la mejor en Sonora porque su acervo bibliográfico está constituido por más de 40 mil títulos diferentes, que comprende principalmente los campos de la Sociología, Economía, Política, Historia, Salud Pública, Estadística, Antropología, Literatura y Filosofía, no sólo en el idioma español, sino también en inglés, francés y portugués. Además de libros, resguarda en su interior otro tipo de documentos como revistas académicas (locales, nacionales e internacionales), tesis, periódicos recientes, diccionarios especializados, almanaques, atlas, enciclopedias, censos de población, mapas y planos, informes de gobierno y documentación en microfilm (mínima), CD- ROM y DVD.

Como se aprecia, tanto historiadores como público en general, contamos con estos sitios para conocer, explorar y explotar qué tipo de fuentes existen en nuestro estado y ciudad. El documento escrito sigue siendo la fuente primaria más importante para el historiador, pero no la única porque existen otras fuentes y que no son del todo explotadas, quizás porque nos hemos encasillado con el documento escrito emitido por alguna dependencia de gobierno. Cualquier vestigio material que encontremos y que nos llame la atención, puede ayudarnos para iniciar la investigación de un determinado tema histórico.

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